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UNA COMPRA INMEJORABLE por Fernando (relato erótico Nº23)

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Traspasé las puertas del centro comercial y dejé atrás el helado ambiente de la calle, no me gustan las aglomeraciones, pero ese día, el frío calaba hasta los huesos como el agua en un filtro de café. Caminé hasta la escalera mecánica mientras me quitaba los guantes de piel y los guardaba en un bolsillo del abrigo, subí dos plantas hasta llegar a la zona de moda de caballero, para cuando llegué ya tenia el chaquetón en el brazo y lamenté no haberlo dejado en el coche, pero los cambios bruscos de temperatura es algo que uno debe tener asimilado cuando visita un centro de este tipo. En fin, ¿por donde empiezo?, tal cantidad de prendas y yo sin una idea concreta de lo que quiero, veamos... aquí dice nueva temporada, echaremos un vistazo a ver que encontramos. No había dado ni dos pasos cuando una voz interrumpió agradablemente mi conflicto visual - ¿puedo ayudarle? -.
Volví la cabeza y vi a una mujer uniformada como el resto de dependientas, la verdad es que a ella le sentaba realmente bien ese conjunto, debería tener unos cuarenta y pico, rostro amable y mirada profunda, cabello rizado, de tono castaño con matices dorados y un cuerpo digno de admirar, se notaba que era una mujer actual, una de esas con las que fácilmente podrías fantasear e imaginar situaciones que siempre has querido llevar a cabo. Dudé un instante antes de contestar, e intentando parecer interesante me forcé para sacar de mí el registro de voz que por lo menos me dejara a la altura, - si, bueno... no estaba buscando nada en concreto, pero me gustaría que me recomendase algo para este próximo fin de semana, salgo con los amigos y me gustaría estar... no se, -¿atractivo?-, finalizó ella con una pícara sonrisa, - no será tarea difícil conseguir ese efecto en usted -, tragué saliva y esta vez yo también sonreí, aunque más bien de un modo impresionado que otra cosa. Me había piropeado, ¿era un método de venta, o me estaba tirando los tejos?, que importa. - Pues vamos allá – le dije haciendo una mueca de conformidad. Pasamos casi una hora entre percheros, firmas y diferentes estilos de vestuario, hablar con ella era realmente fácil, entre camisa y camisa me contaba lo sola que se sentía con los continuos viajes que realizaba su marido, y que se cuidaba para gustarle pero que siempre se dormía esperándole. Sin darse cuenta, me estaba contando su vida como el que habla con su mejor amigo, tal vez por que me gusta escuchar o... igual le cuenta la misma historia a todo el mundo, que sé yo, la cuestión es que cada vez la notaba más próxima a mí y eso, me ponía realmente nervioso, no por miedo sino por la cantidad de cosas que se me pasaban por la imaginación, - ¿qué tal te parece esta? – me pregunto mientras se acercaba hacia mí con una camisa de tomy hilfliger, ¡me ha tuteado!, ¿donde ha ido a parar todo el royo ese del protocolo?, se supone que a los clientes se les trata de usted, viéndola venir con esa espléndida sonrisa, ese cuerpo y... esa necesidad de cariño, no sé que parte de mi cerebro cortocircuitó para hacer que me atreviera a decirle: - ¿porque no pasas conmigo y me la pruebas? -, se creó un incomodísimo silencio y de repente deseé no estar allí, quise coger esas palabras que había soltado y volver a introducirlas en mi boca, pero ya era tarde, el tono de su cara se enrojeció y sus ojos se clavaron de tal modo que pensaba que me iba a dar una cachetada... pero contra todo pronostico reaccionó de un modo totalmente diferente. Como si un “ahora o nunca” le hubiese pasado por la cabeza, giró el cuello a ambos lados buscando alguna posible mirada curiosa, y al no ver nada sospechoso, se introdujo en el probador ¡¡conmigo!!, me miró un instante y rápidamente se dio la vuelta para pasar el cerrojo, yo no sabía lo que hacer, estaba allí, tembloroso por dentro, a punto de vivir una situación que en la vida me imaginé realizar, con una mujer, toda una mujer si señor. Esta vez tardó un poco más en volver a estar frente a mí, me imagino la cantidad de cosas que se le estarían pasando por la cabeza mientras pasaba el cierre de la puerta, y muy despacio se fue acercando, poco a poco, sin apartar sus ojos de mí, estaba totalmente decidida, - ¿te gusto? -, me preguntó, - ¡ya lo creo! - , respondí con la peor de mis voces, que torpe respuesta, pensé. Me tenía tomado por completo y ella sabía quien llevaba las riendas. Sus manos acariciaban mi cara y mi pelo sin dejar de mirarme, como cerciorándose de que todo era real, después, cuando ya no pudo más sujetó mi cabeza y aproximó su cara a la mía, sus labios a los míos, casi tocándolos, notaba su aliento a menta y su inestable respiración, su aroma que ahora notaba mas intensamente hacía que mi corazón palpitase descontroladamente, su lengua me rozó y quise morir por morderle, pero lo hizo ella primero, chupando y mordisqueando mi labio inferior, saboreándolo, después metió la lengua en mi boca para encontrarse con la mía, jugosa y esperada correspondió a su llamada, envueltas como una sola. Ahora fui yo quien tomé la iniciativa y escapé de su boca para buscar su cuello impregnado de perfume, lo saboreé y lo lamí como un manjar, - ¡¡espera!! – me interrumpió, aparté mi cara y por un momento pensé que se estaba arrepintiendo de aquello, me miró de un modo picaresco, entre el éxtasis y la inconsciencia, y me dijo – déjate llevar, te haré disfrutar y yo disfrutaré con ello-. Con esas palabras me había desarmado por completo, sus manos bajaron por mi cuello hasta mi garganta, comenzó entonces a quitarme uno a uno los botones de la camisa. A medida que bajaba descubría poco a poco cada parte de mi torso, lamió entonces mis pezones duros y puntiagudos con una dulzura incomparable para después alejarse de ellos no sin antes lanzarle una mirada como diciendo “aún no he terminado con vosotros, después volveré” y así bajó hasta la altura de mi cintura, pasó de largo y siguió bajando hasta mi entrepierna, donde se podía apreciar el relieve producido por mi incontrolable deseo, lo mordió con mucho tacto y hundió su rostro para respirar mi sexo y notar el calor que desprendía. Yo no resistía más aquella situación y con mis propias manos solté el pasador de mi cinturón, aparté su cabeza hacia atrás y desabrochando bruscamente los botones bajé mi pantalón para dejar al descubierto aquello que ardía por dentro, la prolongación de mi lujuria, dura como nunca porque jamás había experimentado una situación igual, porque deseaba entrar en su boca hasta notar su mas profundo secreto. Desespero y enloquezco, me transformo en una fiera incontrolada y le cojo con ambas manos la cabeza y la aproximo hasta meterle entero mi miembro, entraba y salía con mucha intensidad, casi no le dejaba ni respirar, sentía el calor y su lengua chocando torpemente en cada penetración, la saliva crecía y caía por las comisuras de sus labios y el sonido que emitía mientras chupaba y trataba de controlar la situación, una situación que incluso a mí mismo se me había escapado de las manos, -no creo poder aguantar más- exclamé, -hazlo- dijo ella, -termina en mi boca, la quiero toda-, no recuerdo un éxtasis tan apoteósico en mi vida como aquel orgasmo alcanzado, en cada eyaculación sentía que salía una parte de mi, que escapaba toda mi energía, que estaba dando mi vida. Miré su rostro impregnado por mi jugo, mirándome con un gesto de satisfacción y sumisión a la vez, yo aún tenia pequeñas convulsiones restantes de una increíble corrida y de un momento que jamás olvidaría. Nos limpiamos y terminé de vestirme, después como si nada hubiese pasado, salimos del probador y concluí así la mejor compra de mi vida, me dejó una dirección y un número, tenia que terminar lo que había empezado aunque, esa será otra historia.
2

AGONÍA por DesAmore (relato erótico Nº22)

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No quiero verle, quiero dejar de pensar en él. Cuanto más me quiero convencer de que es dañino para mí... más viene a mi mente. Me mentalizo de que él es pasado en mi vida. Ya no existe, ya no está, ya no duele...pero...

...suena el teléfono y toda la determinación que tenía hace un momento cae cual castillo de naipes en una tarde de viento.

Es él, él, él...

...siento que me tiemblan las piernas.

Quiere verme, olerme, tenerme, sentirme...amarme.

Dentro de una hora en nuestra cafetería favorita?.. no puedo negarme, es superior a mí.

Llego con retraso, observo a través de los cristales de la cafetería, está ahí de pie en la barra....mi corazón dá un vuelco. ¿Cómo puedo quererle y odiarle a la vez?

Entro y me acerco a él, me coge por un codo mientras me mira largamente y dice:

-Estás preciosa.

Siento que me ahogo en el mar azul de su mirada, un mar que se va volviendo negro al dilatarse sus pupilas y que me envuelve, que me hace sentir como una marioneta en sus manos. Se levanta de la silla alta de la barra y me oprime contra él, suspira largamente y aspira el aroma a rosas de mi cuello. Nuestras miradas se encuentran y es delicioso sentir cómo miles de mariposas recorren mi estómago. Me oprime con fuerza en un abrazo delicioso en el que me percato de que algo duro pugna por hacerse notar punzando mi vientre. Giro la cabeza y ahí están sus labios, ummm..maravillosa sensación recorre todo mi ser. Miro por encima de su hombro y veo que la gente que está a nuestro alrededor no pierde detalle de nuestra escena y me entra una repentina timidez. Pero él, ajeno a las miradas, sigue besándome, roza con su lengua mis labios y siento que mi cuerpo ansía fundirse con el suyo, me dejo hacer a la vez que le acaricio la espalda por dentro de su chaqueta. De repente se me ha quitado la vergüenza y me ha entrado un hambre feroz de sus caricias y acuden a mi mente las escenas de hace apenas doce horas, él y yo entre las sábanas de mi cama. Después de lo que me parece un suspiro en el tiempo, volvemos a la realidad y me susurra....

-Se me ha hecho eterno desde ayer....estoy loco por tenerte...nos vamos?

Paga su consumición y me agarra de la mano hasta su coche, me abre la puerta, ocupa su sitio, arranca y me lleva veloz por las calles de Madrid, pero hay un instante que me devuelve a la cruda realidad....la sillita de niño que se encuentra en uno de los asientos traseros y sólo el hecho de verla me golpea con fuerza en la boca del estomago ya que me recuerda que es casado.

Para en un semáforo, mi mira con deseo e impaciencia a la vez y justo cuando va a arrancar de nuevo....abro la puerta, me bajo y me alejo corriendo de su coche, de él, de su vida...de esa agonía.
3

QUID PRO QUO por Dida (relato erótico Nº21)

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Me acabo de acariciar pensando en ti.
En mi cama, justo en el momento de duermevela, en ese instante en que comienzas a perder la consciencia de las cosas. Me acordaba de la conversación que acababamos de tener y viniste a mi memoria, tierno y dulce. Siempre te he dicho que un hombre tierno es lo más "hot" que puedas llegar a imaginar. Tú sólo sonríes cuando lo digo, un poco avergonzado. Pero tengo razón.
Lo he hecho sin prisas. Deteniendome en las sensaciones que producían mis dedos al recorrer mi piel, erizada por este nuevo frío. Mis dedos se han colado por debajo de mi pijama, han recorrido el filo de mis braguitas, rozándome apenas, haciendo durar la sensación y haciendo que lo deseara....que te deseara.
¿Recuerdas la primera vez que te dije que me había acariciado pensando en ti? Podía intuir tu cara de sorpresa a través de la línea telefónica. Me pediste que me explicara mejor. No estabas seguro que mi definición de "acariciar" fuera la misma que la tuya. Pero lo era. Me había masturbado hasta correrme pensando en ti. Casi no articulaste palabra cuando fui más explicita.

-Uffffff.- Esa fue tu única respuesta.

Me pediste detalles. Detalles que no te di. Todavía no. Las cosas no iban a ser tan sencillas.

-¿Quieres jugar?- Pregunté. De acuerdo, jugaremos.

Debiste pensar que estaba loca ¿no?. Pero me seguiste el juego. Siempre nos ha gustado jugar. Al día siguiente me preguntaste si te había vuelto a llevar a mi cama al irme a dormir. Te contesté que sí y comencé a explicarte todo lo que habíamos hecho en mi imaginación. Estaba acostada en mi cama, sólo con las braguitas puestas. Tú estabas tumbado a mi lado. A oscuras. Intuyéndonos solamente. Te acercabas a mí y me susurrabas al oído. Me pedías que me acariciara para ti. Querías oír como comenzaba a gemir por el placer que me provocaban mis dedos. Querías escuchar mis jadeos y cómo aumentaba el ritmo de mi respiración al llegar al orgasmo. Querías escuchar cómo pronunciaba tu nombre...deseándote. Lo querías todo pero sin tocarme. Sólo como espectador y ni siquiera eso porque a oscuras como estábamos sólo podrías notar mis movimientos en la cama, mis suspiros y quizá el roce de mis piernas contra las tuyas. Esa era mi fantasía.

-Dame detalles. ¿Cómo te acariciabas? Cuéntamelo todo.
-Quid pro quo- dije. Si quieres saber más tendrás que explicarme una historia a cambio de la mía. Esa es la regla del juego.

Te quedaste callado un segundo. pensando en qué debías hacer. Y me regalaste una fantasía que me excitó mucho más de lo que puedes llegar a imaginar.
Me describiste tumbada en mi cama, en braguitas, igual que en mi fantasía. Pero tú no estabas tumbado a mi lado. Estaba sola. Y comenzaba a recorrer mi cuerpo con mis manos. Rozándome mis pechos, deteniéndome en mis pezones, bajaba suavemente por mi vientre y volvía a subir. La punta de mis dedos apenas tocándome. Mis piernas se separaban inconscientemente. Mi espalda se arqueaba y mis caderas comenzaban a moverse en círculos anticipándose a lo que vendría. Humedecía mis labios con mi lengua, deseando que fuera tu boca la que lo hiciera. Pero estaba sola. Mis manos se detuvieron a la altura de mis caderas y cogí la tela de mis braguitas con mis pulgares. Empecé a deslizarlas muy lentamente, bajándolas por mis muslos. Notando cómo la temperatura refrescaba las zonas de piel recién descubiertas. Mi sexo húmedo sintió un escalofrío cuando las braguitas lo descubrieron completamente. Desnuda sobre las sábanas, con los ojos cerrados me concentraba en sentir, en sentirme. Mis dedos recorrían mis muslos haciendo círculos, cada vez más pequeños, acercándose a mi sexo, pero sin rozarlo. Subía por mis ingles y me detenía en mi pubis, volvía a continuar el recorrido bajando hacia el pliegue de mis labios....y paraba. Un dulce tormento. De repente abría mis piernas completamente exhibiendo mi sexo aunque nadie pudiera verlo. Me sentía mojada, excitada, deseando ser follada. Uno de mis dedos recorrió los labios de mi coño con brusquedad, tan solo para comprobar lo húmeda que estaba. Y lo estaba....y mucho. Pero lo haría lentamente, sin prisas. Comencé a suspirar. Mi respiración se iba haciendo más profunda y más continua. Mis caderas buscando mis dedos. Mi espalda arqueándose para facilitarme las caricias.
Pero ahí cambiaba tu historia. De repente me confesabas que no estaba sola. Que tú estabas en la puerta de mi habitación. Con la mano en el pomo sin atreverte a abrir. Pero lo hacías. Suave y silenciosamente para que no me percatara de nada. No querías que me detuviera porque sabías lo que estaba ocurriendo al otro lado de la puerta. Intuías el sexo, como un animal en celo. Te desnudaste en el pasillo, tirando la ropa por el suelo. Entreabrías la puerta y me mirabas. Desnuda sobre la cama, con los ojos cerrados y concentrada en mí, moviéndome dulcemente buscando el placer te excitó. Bueno, te excitó más de lo que ya estabas. En ese momento me dijiste que habrías saltado sobre mí para poseerme. Pero respiraste hondo e intentaste relajarte. No querías romper la magia. Te acercaste lentamente a la cama. En ese momento percibí tu presencia. Desnudo. Erecto. Deseándome. Mis ojos te miraban con sorpresa. Una mezcla de extrañeza y deseo. No dijiste ni una palabra. Sólo hiciste un gesto, llevándote el dedo índice a los labios, pidiéndome silencio, pidiendo que te guardara el secreto. Un secreto entre los dos.
Te tumbabas en la cama deslizándote a mi lado y dulcemente apartabas mi mano de mi sexo, que se había quedado allí detenida al ver cómo se abría la puerta. Como si me hubieran pillado haciendo una travesura y no hubiera sabido cómo excusarme. Sustituiste mis dedos por los tuyos. Los humedeciste con mi néctar y empezaste a acariciarme. Te inclinaste sobre mí para besarme. Un beso inocente... hasta que dejó de serlo. Tu lengua recorrió mi boca despacio, introduciéndose y jugando con mi lengua, mordisqueabas mi labio inferior. Me chupabas, me mordías, me lamías mientras con tus dedos recorrías mi coño, mojándome por completo. Buscaste la entrada de mi sexo y me penetraste con dos de tus dedos. No pude evitar dejar escapar un gemido. Tu pulgar jugaba con mi clítoris, rodeándolo, apretándolo. Dejabas de penetrarme para poder pellizcarme suavemente los labios de mi vagina, estirando de ellos, jugando con ellos. Volvías a penetrarme con ansia. Jadeando pronunciaba tu nombre. Te pedía que no pararas. Que nunca pararas. Mis caderas se movían al ritmo que tú marcabas. Si te detenías te buscaba. Gimiendo de placer. Mis manos aferrando la tuya pero sin guiarla. No te hacía falta maestro. Sentía como estaba a punto de llegar. Me abandonaba a ti. Mis caderas se movían con pequeñas convulsiones. Mi espalda arqueada para sentirte aún más adentro. El sonido de mi orgasmo llenó la habitación flotando en el aire. Exhausta. Agotada. Jadeante. Besaste mis labios justo después de que me corriera. Tus dedos aún jugueteando con mi sexo pero dulcemente porque sabías que en ese momento el límite entre el placer y el dolor es muy frágil. Retiraste tus dedos de mi y los acercaste a tus labios. Los lamiste mientras me mirabas fijamente.

-Me encanta tu sabor. Me encantas.

Me abrazaste dejando que me abandonara al sueño. Notándome protegida por tu calor.
Ahí acababa tu relato. Me dejaste sin palabras. Habías hecho que te deseara. Que imaginara esa escena y que quisiera que fuera real. Aún sigo recordándola a veces....sobre todo cuando me voy a dormir.

-¿Quieres que te explique otra fantasía?- dijiste.
-Claro cariño.
-Quid pro quo nena, quid pro quo.

Para Eroes
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LA NIÑA BUENA por Platanox (relato erótico Nº20)

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Llego como tantas otras lo habían hecho, sin hacer ruido y sin apenas hablar, en el trabajo que teníamos era normal entrar y salir rápidamente. Al principio, solo eran miradas, ya sabéis esa mirada que se cruza con una sonrisa, esa sonrisa al decir cualquier tontería. Las tonterías que decimos los que no tenemos ni idea de decirle algo a una chica. Hasta un día, ella dio el paso, pase a su lado, estábamos solos, que rico huele el aire, dijo. Tú sí que hueles bien, y no solo hoy. Se rio muchísimo. -¿Tomamos algo? Claro bobo, tengo muchas ganas. Hablamos durante horas, como si nos conociéramos de toda la vida. Solo habían pasado un par de meses, y nunca habíamos hablado en profundidad de nada, solo lo que ese trabajo de mierda nos permitía, un oasis en ese estrés. -Cenamos mañana? Preparare algo para los dos. Ella tenía un sitio donde quedarnos, una de las zonas más turísticas de este país, vistas al mar, un piso amplio, perfecto para un fin de semana. Cenamos, muy bien, me gusta fijarme en como comen las mujeres, dicen que por como comen, sabes cómo follan. En este caso, comía y bebía y no dejaba de mirarme. Terminamos de cenar, nos sentamos a hablar durante horas, música, cine, la vida en general… Sentados en el mismo sillón, pero lejos, demasiado lejos, pero a partir de aquí, a cada frase, nos acercábamos, sin darnos cuenta, centímetro a centímetro.- Me gustan tus labios, tienes unos labios impresionantes. Esos eran los míos, son grandes, carnosos, mis rasgos delatan mi sangre, alto, moreno, ojos verdes, corpulento. -Mis labios? me pase los dedos por ellos, suelen gustar bastante, tengo un problema con ellos, son muy sensibles, a veces me dan escalofríos según como los traten. Su sonrisa fue enorme. -También tendrá que ver lo que tu pongas de tu parte, no? Claro, yo también pongo de mi parte, solo hay que saber cómo hacerlo, besar es todo un arte. Ah si? Y eso cómo es? Sencillo, con los besos puedes dejar claro como te comportas con otras partes del cuerpo. Sus ojos se abrieron de par en par. Eso suena muy interesante, y cuantas afortunadas han probado eso? Jajjaja, nos reímos mucho. En ese momento ya estábamos pegados, ella no se había movido de su lado, era yo el que había ido hacia ella, mis manos estaban sobre sus piernas. -No demasiadas… pero eso tampoco es importante. Y tú? Has estado con muchos hombres? No, solo he tenido un novio, y ya no lo tengo. Además hace mucho tiempo ya. Tenía sus manos entre las mías. Mis manos son grandes, las suyas jugueteaban con mis dedos. Sabía que le gustaba, pero no que me deseaba. Eso tendremos que arreglarlo, mi boca se acerco a la suya, suavemente, mis labios chuparon los suyos, sin dejar que ella hiciera nada más, su olor, su sabor, pura ambrosía. -Que malo eres, yo soy una niña buena. Yo también soy un niño bueno, sólo que escondo un demonio en mi interior. Su cuello, delgado, sugerente, como todo en ella. Tenía el pelo alborotado, ondulado, el cual yo apartaba de su cara y de su cuello. -Que rico… Lo reconozco soy un guarro, me gusta lamer, me gusta chupar… y ella era como un helado, deliciosa, una piel perfecta, suave. Mi lengua se deslizaba por sus hombros, por su cuello, ya le había quitado la blusa. Sus pechos eran increíbles, no muy grandes, pero con unos pezones hermosos, grandes, perfectos para mi. No se movía demasiado, como alguien que no sabe bien que tiene que hacer y te muestras expectante, conocéis esa sensación? Yo por mi parte, estaba ensimismado en con su barriga, con su ombligo, el cual merecía todos mis cuidados. Mis manos acariciaban sus pechos, pasaba mis dedos por sus labios, sin que ella hiciera otra cosa que disfrutar del momento. Voy a hacer algo que me gusta mucho… Le desabroche el pantalón, lo baje suavemente, mientras contemplaba sus braguitas, y ese olor, ese dulce y maravilloso olor. Fuera el pantalón, -En esto también soy muy bueno… No lo dudo. Bese sus muslos, los recorrí con mi lengua como un poseso. Sin quitarle la ropa interior, acerque mi cabeza a su sexo, yo ya estaba en el suelo de rodillas, ella sentada en el sillón. Se las baje levemente, y vi una pelvis magnifica, con unos mínimos pelos, los cuales bese y mordisqueé. Ya no podía aguantar más, mi demonio empezaba a dominarme, y mi corazón estaba acelerado y tenía claro lo que quería. Se las quité del todo, la eche hacia un lado, y me pare a contemplar su sexo, unos labios hermosos, lo sabía. Su clítoris, perfecto, culminando esa hermosura. Empecé a lamer su pelvis, sus muslos, sin llegar ni siquiera rozar su sexo, mi saliva ya deslizaba por todos lados. Metí sus dedos en mi boca, se los chupe, luego se los lleve a la suya, y los chupo, se los metió tan adentro… Mi lengua empezó a jugar con su clítoris, muy suave, casi sin presión. Gemía. Bajaba por sus labios, y subía rodeándolos. Luego al revés.- Bufff… Se lo comí, de mil maneras diferentes, con la punta de la lengua rápidamente, con lametazos grandes y lentos, saboreando ese manjar. Ya era mía… baje mi lengua por debajo de su sexo, sin bajar más, sin tomar ningún descenso. Esa zona es tan sugerente, con las piernas abiertas, la saque un poco del sillón, le levante las piernas, y me maraville de esa hermosura, sus nalgas, duras, redondas, con una hermosa marca, de bikini, pero de niña buena, las lami, acercándome cada vez más a su culo, acercándome poco a poco. Mis dedos jugaban con su clítoris, ya había subido la intensidad, y por supuesto ya tenía mi lengua en su culo, lamiéndolo salvajemente, chupándolo, era maravilloso. Sus gemidos, como gritaba, era increíble. Con la boca como la tenía la acerque a su cara, y ella me lamio, como no lo ha hecho nadie. Su saliva, mi saliva, sus jugos, todo mezclado. Ese olor se metía por mi nariz y lo inundaba todo. Volví a bajar, metí su clítoris entre mis labios, chupándolo, lamiéndolo fuerte, como si lo quisiera arrancar con la lengua. Se lo chupaba todo, cuánto podré abrir la boca para meterme esa hermosura en mi boca. Lo mordía suavemente, lo lamía, pasaba mis dedos, mi nariz. Metí dos dedos en su coño, mientras seguía con su sexo por mi boca, sus chillidos ya eran considerables. Sabía lo que tenía que hacer, ya no sabía como ponerme, solo quería darle mas y mas placer. Mi boca en su culo, dos dedos en su coño, y con la otra con su clítoris. Tenedlo claro ese es el secreto. La apretaba, por todos lados, le mordí sus muslos, sus nalgas, sus pelvis, su barriga. Los dedos que tenía en su coño, los sacaba y los metía cada vez más fuerte, los llevaba a su boca, los cuales ella chupaba viciosamente. –Cabrón, ¡me vas a matar! la niña buena también había despertado algo en su interior. No paraba de chillar, estaba a mi merced, pero yo solo quería que disfrutara, que supiera lo que me provocaba. Se corrió, salvajemente, se retorció, quería que parara, yo saque mis dedos, pero no deje de lamerlo. Cuando paro de moverse, le dedique unos lametazos marca de la casa, desde el culo hasta la pelvis, seguía retorciéndose, gimiendo, pero yo la tenía agarrada por la cintura, peleaba por soltarse, ni siquiera tenía que mover la cabeza, la movía a ella.- Hijo de p… Volví a besarla, su boca con el sabor de su sexo, no podía para de besarla, de lamer sus labios, de meter mi lengua en su boca. Me levante, ella tirada en el sofá, todavía gimiendo, esto es solo el principio, solo estaba calentando, ahora toca enseñarte otra lección, pero con esa boca que tienes va a ser todo más sencillo. Me quite el pantalón, pero lo siguiente que sucedió se merece un capítulo aparte.
1

LA JARDINERA por Dai (relato erótico Nº19)

Cuando te vi por primera vez estabas sentada en una cafetería del Paseo Marítimo y lo primero que me llamó la atención fueron tus braguitas amarillas y pequeñas saliendo por encima de tu falda roja larga.

Alguien nos presentó y noté tu mirada examinándome detenida y disimuladamente, de arriba a abajo.

Mas tarde caminamos juntos un trecho, en dirección a casa. Al despedirnos me sorprendiste con tu pregunta disparada a bocajarro y sin aviso: -"te gusto, ¿verdad?"-. Me puse colorado y, a pesar de la penumbra de la calle, me pareció que te dabas cuenta cuando sonreíste al ver mi gesto de desconcierto.

Después todo ocurrió muy rápido, visto y no visto. Sin dejar de mirarme a los ojos pusiste la mano encima de mi pantalón, en el lugar que me define como macho, y frotaste mientras notabas cómo lo que había debajo se iba endureciendo.

Tardé un poco en reaccionar y eso te dio tiempo para bajarme la cremallera y meter la mano dentro. Entonces me disparé yo, mi mano directa a tu retaguardia y la lengua buscando la tuya. Te sentaste en una jardinera, te levantaste la falda dejando al descubierto las bragas que sirvieron para que me fijara en ti y tardaste menos de una fracción de segundo en quitártelas, coger mi cabeza y llevar mi boca ahí donde querías sentirla, el lugar que hasta hacía un momento había estado cubierto por la pieza que acababas de sacarte... Quedaba claro lo que deseabas exactamente.

Me esmeré tanto como pude, descubriendo tus secretos con la lengua y gustando de tus sabores mas íntimos mientras sentía tus jugos corriendo por mi barbilla, y sin tener tiempo de pensar en que tus gemidos, gritos casi, podrían atraer la atención de algún viandante.

Gozaste muy rápido, en una explosión que arrancó aún mas gemidos y mas líquidos y entonces, más inesperadamente que al principio aún, saliste corriendo y me dejaste solo, mojado, excitadísimo y sin mas compañía que las bragas colgando de un arbusto en la jardinera donde habías estado sentada.

Esa noche gocé yo también en un acto solitario en el mismo lugar donde habías estado tu, oliendo la pieza que me recordaba aquellos misterios que casi no pude disfrutar y que me dejaron un recuerdo agridulce que habría de durar el resto de mi vida.
2

SÁBADO por Azaleamar (relato erótico Nº18)

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Sábado. Eran las siete de la tarde cuando el timbre sonó. Un sonido alargado y estridente, que avisaba de que una persona esperaba al otro lado de la puerta. Salí a abrir. Había quedado con el para ir al cine.
Le mande esperar en mi habitación mientras daba Los retoques finales a un cuidado maquillaje. Terminado, volví a la habitación y ni siquiera se había sentado. Se acerco a mí lentamente, mirándome con esa cara malo que me pone enferma, a la vez que me daba una orden. No te muevas.
Le obedecí, aunque no me gusta recibir ordenes. Pensé que quizás, el pelo de una pestaña se había quedado en mi cara, y me lo iba a quitar. Sin embargo no era así. Poco a poco, sin dejar de mirarme a la cara empezó desabrochando uno a uno los botones de mi blusa, hasta despojarme de ella. Así, siguió quitándome la ropa que tan cuidadosamente había elegido para la cita. Hasta dejarme completamente desnuda.
Me sentía indefensa, totalmente a su merced y a lo que el quisiera hacer de mi. Y eso me gustaba. Tenia la sensación de que la noche acababa de empezar y el cine esperaría para otro día.
De repente me giró, cara a la pared, apoye mis manos en la superficie, blanca y fría. Él comenzó a besarme por el cuello, mientras sus manos acariciaban mis pechos y bajaban por mi vientre dibujando líneas imaginarias. Sus labios gruesos bajaban poco a poco por mi espalda, dando pequeños lengüetazos que me mojaban toda la espalda.
A estas alturas mi pequeño cuerpo se retorcía de placer. Era un cosquilleo inmenso en la zona de mi pubis, que pedía a gritos ser tocado, que sus manos o su lengua rozara mi clítoris para sentir esa oleada eléctrica recorriéndome entera.
Sin embargo él sabía cómo hacerme sufrir.
Siguió bajando, besando mi culo, bajando por las piernas, pero sin llegar al punto exacto. Cuando llegó abajo besó mis pies. Y poco a poco comenzó a subir de nuevo. Yo me daba cuenta de que el momento estaba llegando. De repente sentí su dedo entrar completamente en mi. No le costo ningún esfuerzo, tan mojada como estaba. Lo sacó, y lo paseó de adelante a atrás de mi sexo haciéndome sentir un placer inmenso.
De repente paró. No podía creer que me fuera a dejar así. Fue un segundo, lo que tardó en tumbarme en la cama y arrodillarse entre mis piernas abiertas. Con ambas manos abrió mi sexo y comenzó a lamerlo intensamente. Creía que no iba a aguantar de placer. No tardaría en llegar el orgasmo si seguía haciéndolo así, su lengua imprimía círculos en mi clítoris, entraba y salía dentro de mí. Comenzaba a sentir su aparición, el orgasmo se acercaba, pero justo antes de llegar redujo la intensidad, haciendo que la ola desapareciera, pero no con ella todo el placer anterior. Al cabo de dos segundo siguió. Esta vez sus dedos entraban y salían de mí mientras su lengua hacia el resto.
Estaba deseando que se quitara el también la ropa, y me penetrara para poder sentir todo su pene dentro de mi, esa presión en las paredes de mi vagina que me hacia sentir tan bien. Pero primero, parecía que estaba decidido a hacerme llegar a mi primer orgasmo. Y tras pocos minutos en los que su lengua hacia maravillas ahí abajo y las oleadas de placer iban y venían, llegó el orgasmo.
Estaba extenuada, mis gemidos se debían haber oído en toda la casa. Pero el no estaba dispuesto a dejarme en ese momento. Aun tenía ganas de mucha más fiesta.
Se levantó, dándome unos segundos para que me repusiera, mientras se quitaba la ropa lentamente. A pesar de que la homenajeada había sido yo su pene estaba totalmente erecto, mostrándose en todo su esplendor. Daban ganas de comérselo.
Esta vez iba a tomar yo las riendas de la situación. Le tumbe en la cama, mientras me acercaba al cajón de la mesilla de noche, de donde saque unas esposas negras. Le até. Ahora no se podía mover y yo podía hacer lo que quisiera con el.
Sin perder el tiempo me agache delante de el, agarre su pene con una mano y me lo metí entero en la boca. Era una piruleta, y me encantaba imaginar que sacaba todo su sabor, chupando y moviendo mi lengua a lo largo de él. Su cara me hacia ver todo el placer que estaba sintiendo. Seguí así durante un buen rato, masajeando sus testículos con una mano, mientras saboreaba el mejor de los bocados.
Cuando ya no podía mas, cogí un preservativo de la mesilla, se lo coloque y me senté encima de él, introduciéndolo dentro de mí, despacio, muy despacio, para sentir como las paredes de mi vagina iban cediendo a la presión que el hacía. Una vez dentro me quede totalmente quieta, y me acerque a su boca, dándole un beso largo y profundo, en el que nuestras lenguas se mezclaban haciendo el amor. No podía parar de besarle, de sentir esos labios que tan loca me volvían en contacto con los míos.
Y comencé a moverme, lentamente, mientras mi lengua jugueteaba con su oreja y bajaba hasta su cuello, dándole pequeños mordisquitos a los que el respondía con un leve gemido.
Decidí quitarle las esposas, para que sus manos pudieran acariciar mis pechos y mi espalda mientras le hacia el amor.
Tan pronto se vio libre de ataduras, me abrazó, girándome para conseguir colocarse encima de mi. Le gustaba mandar, se notaba. Abrí bien las piernas para dejar que entrara por entero en mí. Me encantaba sentirme completamente en sus manos, casi inmóvil debajo de su cuerpo mientras él golpeaba mi sexo primero lentamente y después aumentando el ritmo según el placer que fuera sintiendo. Y el placer fue aumentando, hasta que llegó el orgasmo. El segundo de la noche. Mi cuerpo se encorvaba dando rienda suelta a todo el placer acumulado. Seguidamente, y viéndome llegó él, quedando tendido por completo encima de mí, con la respiración entrecortada del esfuerzo y mientras de su frente caían gotitas de sudor.
Había sido una noche perfecta, ya eran las 10 de la noche, nos abrazamos durante un rato tumbados en la cama, sin decir nada, sintiendo simplemente la respiración del otro.
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NO TE FÍES DE LOS DESCONOCIDOS por Liberty (relato erótico Nº17)

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Estaba en la calle en Paris hablando con una amiga por teléfono, teníamos que encontrarnos, y para darle las indicaciones le explicaba como eran las tiendas y que había alrededor mío.
- estoy al lado de un monumento con unos ojazos azules en los que te pierdes, alto moreno, el niño esta tremendísimo!!!
- jajaj, que loca estas, tu necesitas que te den cariño, pero vente a la calle Saint Michel, que he visto un sitio precioso para entrar y tomar algo
-OK, ahora nos vemos
El bombón me estaba mirando y sonriendo, y le pregunte si sabia donde estaba la calle en ingles, y me contesta en español que esta a 5 minutos andando y que me puede acompañar si quiero. Que vergüenza!!! Me había entendido a la perfección!!!
En el camino entramos en un bar a tomar algo, nosotros dos solos, no podía dejar de mirarle, en sus ojos veía el mar, azul profundo.
Empezamos a hablar, tontear, y cada vez nos acercábamos mas y mas.
El primer beso fue dulce, corto, pero con ganas de mas. Los besos fueron aumentando y nos fuimos a su casa. No me lo podía creer, yo hacer algo así! Que atrevida! Llegamos a su casa, preciosa, desde la cama se veía la torre Eiffel, nos tomamos una copa, yo ya no podía mas, estaba excitadísima.
Se me acerco lentamente y me empezó a besar la orejita, mordisqueándome el lóbulo, bajo por mi cuello, mientras me quitaba la blusa. Me quede en sujetador y empezó a jugar con mis pechos……. me quito los vaqueros y los tacones , me tumbo en la enorme cama solo con las braguitas puestas. Le quite toda la ropa, y se sentó a mi lado, mientras me besaba, su mano descendió hasta mi entrepierna, y me toco como nunca lo habían hecho en mi vida. Le mordí los labios y empeze a bajar por el pecho, los abdominales, y cuanto mas me acercaba a su paquete mas lento iba, me lo metí en la boca despacio, estaba muy duro y erecto, lo lamí entero, le mordisqueaba la punta, hasta que me dijo que parase, no querría acabar aun.
Me puse en la postura del perrito y me la metió por detrás lento y cada vez mas rápido, me sujetaba con una mano un pecho y con la otra la cintura, y empezó a embestirme fuerte, los gemidos aumentaban, hasta que llegamos al clímax.
Nos quedamos en la cama un buen rato mirando la torre y bebiendo champán, hablando sobre nosotros, mientras nadaba en el mar de sus ojos.
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LA PISCINA por Yurena (relato erótico Nº16)

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El agua caliente rozando mi cuerpo mientras nadaba me relajaba, esa sensación de flotar y de cierta velocidad… no podía parar, era una sensación plena de tranquilidad, sólo interrumpida por el momento en que mi cabeza salía del agua para respirar.

Me notaba cansada, llegué al extremo de la piscina, me apoyé sobre la pared y paré, el agua caliente me rodeaba, miré el reloj que estaba en la pared y vi que ya eran las ocho y media de la noche, al bajar mi mirada un chico entraba por la puerta, me quedé observándolo, no era nada espectacular pero me generó curiosidad. Se acercó al borde de la piscina y se lanzó, comenzó a nadar en mi dirección, yo me sumergí y lo observe acercarse desde el interior del agua, al llegar a mi altura giró y comenzó a recorrer el carril en dirección contraria, mientras yo veía como se alejaba.

Me decidí a hacer un par de largos más, así que comencé nuevamente a nadar, en uno de mis giros de cabeza observé un cuerpo paralelo al mío, era el chico al que había estado observando, se mantenía nadando a mi altura, lo cual empezaba a ponerme nerviosa, así que aceleré mi ritmo, él repitió mi gesto y lo que parecía una tontería se convirtió en una especie de competición.

Mi cuerpo empezaba a fallarme, los brazos me dolían y las piernas casi no me respondían, a pesar de todo seguía nadando al ritmo más alto que podía, mientras, mi rival, sencillamente se mantenía a mi lado. No podía más, noté un pinchazo en mi pierna derecha, tenía que parar, me sujeté a uno de los separadores de carriles y comencé a respirar de forma precipitada, parecía como si el aire me faltara. El chico dio unas brazadas más pero al ver que no seguía a su lado se detuvo y repitió mi gesto:

-“¿Te encuentras bien?”
-“Sí… es que…no puedo seguir tu ritmo…me he cansado…”
-“Perdona sólo era un juego, pero has aguantado bien. Me llamo Raúl”
-“Yo Elena… ”
-“A ver cálmate, que tienes la respiración muy acelerada… ¿estás segura que te encuentras bien?
-“No… creo que me ha dado un tirón en la pierna derecha…”
-“Vale no te preocupes, tú tranquila… ¿crees que serás capaz de llegar al borde de la piscina?
-“Pues no…, me duele muchísimo”.
-“Vale, ya me encargo yo”. Sumergió su cabeza y pasó bajo el separado de carriles, se colocó tras de mi y pasó uno de sus brazos por encima de mi hombro izquierdo, llevándolo hasta prácticamente la axila derecha, mientras con la otra sujetaba mi cintura. -“Relájate, no pasa nada”- y comenzó a nadar con mi cuerpo apoyado sobre su pecho.

En un momento estábamos en el borde de la piscina, me ayudó a salir y me sentó en uno de los banco, sujetó mi pierna suavemente y comenzó a masajearla. Pasarían aproximadamente unos cinco minutos en los que no hacía otra cosa que pasar sus manos por mi pierna, sin decir nada ni mirarme, mientras yo no hacía otra cosa que observarlo, llevaba un bañador negro con una franja blanca, tipo bóxer, lo cual hacía que se le marcaran las nalgas, aunque desde esa postura lo que más se le veía era el paquete. La verdad que no era un chico guapo con un cuerpo espectacular, era muy normal, mediría 1.75 o 1.80, con una complexión media, el pelo corto, castaño tirando a negro… según seguía tocándome no podía dejar de pensar en como me había sujetado en el agua para ayudarme, como una de sus manos rodeaba mi cintura y la otra prácticamente tocaba un pecho, las mismas manos que ahora acariciaban mi pierna, unas manos no demasiado grandes, con los dedos gruesos, fuertes… las notaba calientes sobre mi piel, la situación me resultaba excitante, cerré por un momento mis ojos e imaginé como sería que me tocara con esas manos por todo el cuerpo… y de repente su voz:

-“¿Te encuentras ya mejor?”. Abrí los ojos de forma precipitada y contesté como mejor pude.
-“Sí, sí… llevaba un rato nadando y claro me he cansado al intentar seguirte, la verdad es que nunca me había dado un tirón”
-“No pasa nada, ¿vienes mucho?”
-“Tres veces en semana, a estas horas es cuando suelo marchar”
-“Pues yo justo al revés, llego siempre a estas horas casi”
-“Pues estarás solo en la piscina”
-“Hoy estoy contigo”. Al decir esa frase me guiñó un ojo, y yo no pude evitar que se me escapara una sonrisa.
-“Bueno Raúl yo voy a darme una ducha y me marcho para casa, gracias por tu ayuda y ha sido un placer”. Me fui a levantar pero se quedó mirándome de forma fija, por lo cual no supe muy bien como reaccionar, así que le pregunté.-“¿Pasa algo?”
-“Perdona, estaba pensando, ¿te apetece si vamos a tomar algo?, son ya cerca de las nueve, podemos ir a cenar o tomar unas tapas…”. La propuesta me pilló un poco por sorpresa y creo que se me notó en la cara. -“Da igual…si no te apetece no pasa nada, es que yo iba a cenar en un bar que hay aquí cerca y pensé que a lo mejor te apetecía…”
-“No, no… sí que me apetece, pero me has pillado por sorpresa, si quieres nos duchamos y nos vemos en la puerta del recinto, ¿vale?”
-“Perfecto, entonces hasta ahora”. Cada uno marcho a su vestuario y al cuarto de hora nos encontramos en la puerta, nos fuimos a cenar y la velada pasó con bastante tranquilidad, muchas risas y algún que otro comentario pícaro. Al acabar nos intercambiamos los teléfonos, nos dimos un par de besos y nos despedimos.

Pasaron varios días y llegó el viernes, eran aproximadamente las cinco de la tarde cuando mi móvil comenzó a sonar, miré la pantalla y leí “Raúlpiscina”:

-“Hola”
-“Hola Elena, no sé si te acuerdas de mi, soy Raúl”
-“Jajaaj, claro que me acuerdo bobo, ¿que tal estas?, uy perdona por lo de bobo”. Era imposible no acordarse, fue una velada fantástica, risas, coqueteos, una actitud de lo más caballerosa, y por supuesto un masaje en mi pierna que no conseguía olvidar.
-“No pasa nada…., pues estoy bien, es que iba a ir esta tarde a la piscina y había pensado que podríamos quedar si te apetece para vernos allí”
-“Yo también iba a ir, a las siete”
-“Yo iré un poco más tarde sobre las ocho y media”
-“Que te parece si ni para ti ni para mi, ¿a las ocho?”
-“Genial, nos vemos entonces a las ocho”
-“Vale, un beso y hasta luego”
-“Otro para ti, adiós”

Eran las ocho de la tarde y yo ya estaba en el agua, era un viernes y no tenía intención de nadar mucho, más que nada quitarme la tensión del día, así que elegí mi traje de baño teniendo en cuenta eso y, como no, que Raúl iba a estar allí. Elegí un bikini, de corte deportivo, era de dos colores, azul oscuro con unas franjas azul claro, en la parte alta, la franja, cruzaba por mi pecho y en la braga por mitad de las nalgas. Quería estar todo lo mona que se puede estar con un bañador deportivo, así que opté por olvidar el gorro de baño en casa y dejar mi pelo suelto, además tenía la excusa perfecta, no pensaba nadar sólo darme un baño tranquilo.

Raúl aún no había llegado, así que aproveche para relajarme, me tumbe boca arriba y deje que mi cuerpo flotara sobre el agua caliente, mi cuerpo quedó semihundido, con mi pechos por fuera del agua, cerré los ojos y disfruté del silencio que había a mi alrededor. La verdad es que era una pasada la piscina los viernes a esas horas, nunca había nadie, excepto el socorrista, que tampoco prestaba mucha atención.

De repente algo ejerció presión sobre mi cabeza que se hundió en el agua, hice un movimiento rápido y conseguí safarme de lo que me mantenía hundida, al sacar mi cabeza del agua vi a Raúl mirándome y riéndose.

-“Eres tonto o que, vaya susto me has dado”
-“Jajajaja... Perdón” dijo de forma entrecortada mientras seguía riéndose, verlo así me creo un doble deseo, por un lado el de reírme yo también, y por el otro el de vengarme, así que me lancé sobre él e intenté una maniobra desesperada para hacerle una ahogadilla, la cual resulto, como era de esperar, fallida, pero dio pie a un juego de forcejo acompañado por nuestras risas que resonaban dentro del pabellón. Nuestras manos se perdían por nuestros cuerpos con el intento de dominar la situación, la cual sin duda estaba perdiendo yo.

De repente, en un gesto brusco, Raúl me dio la vuelta, mi espalda quedó pegada a su pecho, uno de sus brazos me rodeaba por la cintura, y el otro a la altura del pecho, me quedé casi paralizada al verme en esa situación. Noté como su cabeza se acercaba a mi cuello y después me susurraba algo:

-“¿Te rindes?”
-“Sí”. Dije de forma escueta, permanecimos así durante unos segundos, aunque a mi se me hicieron eternos, sin poder parar de pensar en que sus brazos estaban rozando mis pechos y mi cintura con fuerza, que su pecho tocaba mi espalda, que su entrepierna rozaba mis nalgas, y que su nariz prácticamente rozaba mi cuello. La reacción de mi cuerpo fue sorprendente, la piel se me erizó y noté como mis pezones se endurecieron.
- “Que bien hueles”. Me giró lentamente y se quedó mirándome fijamente con esos ojos marrones enormes que tenía. Acercó su cabeza hacia la mía y noté como respiraba sobre mi rostro, nuestras bocas estaban a escasos centímetros de distancia, casi podía notar el calor que desprendían…de repente nuestros labios chocaron en un beso…

Tras varios minutos besándonos, nuestras manos pasaron a formar parte del juego, notaba como las suyas iban paseándose por mi cuerpo, mientras que las mías no paraban de rozar su cara y su cuello, nuestras bocas no paraban de jugar con nuestras lenguas. Por un momento separé mi cara de la suya y lo miré:

-“¿Qué hacemos?”. Me dio un beso suave mientras no paraba de mirarme y me respondió.
-“Te deseo tanto, no te lo puedes imaginar…te lo haría ahora mismo”.
-“¿El que me harías?”. Y le sonreí de forma coqueta.
-“Te haría el amor, te lo haría todos los días si me dejaras…”. Y nuestras bocas comenzaron nuevamente a jugar… tras varios minutos volví a separarme del él, esta vez no sólo mi cara sino que también mi cuerpo, y comencé a nadar, llegue hasta las escaleras y antes de subir por ellas le dediqué una mirada y una sonrisa. Cogí mi toalla y comencé a secarme. Observé como el nadaba hasta el lado contrario y salía del agua, cogía su toalla y se la envolvía alrededor de su cintura, supongo que para disimular la excitación, yo me giré y me dirigí hacia al vestuario mientras él me seguía con su mirada. Rápidamente me metí en la ducha, desando acabar lo antes posible para encontrarme con Rail fuera.

El agua resbalaba sobre mi cuerpo cuando oí unos pasos, no le di importancia penando que sería alguna otra chica, así que seguí con mi ducha. De repente noté una presencia, así que me di la vuelta precipitadamente, mis manos corrieron a cubrir mis pechos y mi entrepierna, Raúl esta enfrente observándome desnuda…

-“No te tapes, estás preciosa así”. Comenzó a caminar hacia mí, estiró sus manos y sujetó en primer lugar el brazo que me tapaba los pechos y lo retiró. Después hizo lo propio con el que tapaba mi entrepierna. Al acabar se separó un poco y me miró de arriba abajo y llevó sus manos hasta su bañador y comenzó a quitárselo. Yo perpleja de lo que estaba pasando no quitaba ojo del espectáculo, viendo como primero surgía su pelo negro y rizado, y después su polla totalmente dura… sentí un ardor por todo mi cuerpo…

Volvió a caminar hacia mí y me besó suavemente, con una ternura que hacía que me derritiera y que fuera capaz de hacer todo lo que me pidiera, a pesar de ello fui capaz de razonar:

-“Raúl por dios… estamos en los vestuarios…”. Su boca se deslizaba hacia mi cuello haciendo que me estremeciera…
-“No puedo esperar más, te quiero ahora…”. Su boca seguía deslizándose por mi cuello en dirección a mis pechos, notaba como caía el agua por mi cuerpo a la vez que su lengua rozaba mis pezones, estos reaccionaban a sus caricias y se empezaban a poner duros.

Nuevamente su mirada se cruzó con mi mirada y supe que estaba perdida, así que me dejé llevar y me entregué a mis deseos… Raúl se dio cuenta de ello al ver como dejé que mi cuerpo se apoyara sobre la pared, entonces se arrodilló ante mi y comenzó a besarme el pubis, notaba como me iba rozando suavemente y como poco a poco su nariz y su boca se iba hundiendo en mi entrepierna…noté un pequeño golpe en mi clítoris que hizo que mi cuerpo se erizara por completo, y entonces su lengua comenzó a trabajar…

Mi cuerpo se estremecía a cada toque que daba su lengua entre mis piernas, mis manos rozaban su cabeza, con un intento de marcar el camino que debía seguir, aunque he de reconocer que no era necesario, lo hacía realmente bien. Mis piernas flojeaban a cada roce, y el placer era cada vez mayor, con sus dedos abría mis labios y notaba pequeños roces, como succionaba mi sexo, como lo mordía con delicadeza…estaba realmente excitada, él lo notó y no paró hasta conseguir que llegara al orgasmo.

Al acabar mi cuerpo descansaba sobre la pared, abrí los ojos y vi a Raúl observándome aún arrodillado delante mía. Acerque mi mano a su cara y se la acaricié, el reaccionó incorporándose y comenzamos nuevamente a besarnos como locos. Sus labios rozaban mi cuello, con un gesto delicado llevó sus manos a mi cintura y me hizo darme la vuelta. Quedé mirando hacia la pared mientras el seguía besando mi cuello y mi espalda, la piel se me erizaba del placer que sentía con el roce de sus labios…notaba como su polla rozaba con mis nalgas y como deseaba, cada vez más, ser penetrada, con intención de demostrarlo comencé a mover suavemente mis caderas, haciendo pequeños círculos mientras él no paraba de acariciarme con sus manos por todo mi cuerpo…

La táctica del movimiento funcionó… a los pocos minutos su polla rozaba la entrada de mi coño, la notaba hinchada abriéndose paso entre mis piernas, con gran facilidad debido a lo húmeda que estaba. Un gemido de placer salió de mi garganta, momento que Raúl aprovechó para penetrarme por completo, paró con su polla ubicada en mi interior y esperó a que fuera yo la que empezara a moverse, y así lo hice, con movimientos muy lentos, balanceando mi cuerpo de adelante hacía atrás… poco a poco mis movimientos se vieron acompañados por los suyos y el placer comenzó a inundarnos, nuestras respiraciones se aceleraron y se entremezclaron…sus manos se fueron a mis pechos y los sujetaron con fuerza, quedando mis pezones entre sus dedos, con algo de fuerza tiró de mi, por lo cual me incorporé algo más, quedando casi recta con mi espalda rozando el pecho de Raúl…

Nuestros movimientos cada vez eran más rápidos y más fuertes, mi sexo se empezaba a contraer de la excitación, notaba como iba sujetando la polla cada vez con más fuerza y el roce aumentaba… no podía aguantar más y sentí un enorme orgasmo acompañado por un grito de placer. Al oírme gritar Raúl se excitó de sobremanera, pensaba que se correría en ese momento, sin embargo sacó su polla de mi interior y me giró precipitadamente, nos quedamos mirando cara a cara, noté en su mirada que me quería pedir algo, sin embargo parecía no atreverse. Mi mirada bajó hasta su entrepierna y después lo volví a mirar, él sonrió…quería que se la comiera…

Mi boca le dio un beso suave y a continuación me arrodillé ante él, me encontraba cara a cara con su polla, dejé que mi cabeza se acercara suavemente y comencé a besar su polla, entreabriendo mis labios y dejando que poco a poco fuera entrando, noté un sabor salado, causado por la mezcla de su polla y de mis jugos. De reojo lo miré, estaba realmente excitado así que empecé a moverme con mayor rapidez, succionando su polla todo lo que podía…con una mano comencé a masajearle sus testículos mientras mi boca no paraba de trabajar. Sus manos se fueron hasta mi cabeza y comenzaron a acompañarla en el movimiento de vaivén, aunque al aumentar cada vez más su placer lo que hicieron fue detener mis movimientos para dar paso a los suyos. Comenzó a follarme la boca con movimientos rápidos, mientras que yo sólo me preocupaba de seguir acariciando sus testículos y juguetear con mi lengua, hasta que finalmente noté una penetración brusca y algo que mojó mi garganta con un sabor característico.

Permaneció con su polla en mi boca durante un minuto, sin hacer ningún tipo de movimiento, hasta que finalmente se separó de mí y me sujetó por debajo de los brazos, me ayudó a incorporarme y quedamos, nuevamente, mirándonos. Me dio un beso tierno y me dijo:

-“Gracias”
-“No seas bobo”. Y lo volví a besar.
-“¿Te vienes a mi casa a pasar el fin de semana?
-“Estás loco, no tengo ropa, tendría que pasar antes por mi casa”
-“No te hará falta nada, te haré estar todo el fin de semana desnuda, para poder hacértelo cada vez que quiera…”. A cada frase nos dábamos un beso.
-“Me gusta la idea”
-“Pues hagámoslo”. Nos duchamos y nos vestimos, a continuación nos fuimos a su casa… y lo que debía ser un simple fin de semana va camino ya de los cuatro años…
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EL SUEÑO DE UN DÍA CUALQUIERA por Vincent Vega (relato erótico Nº15)

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Buenos días, me acabo de despertar y desearía compartir un sueño que tuve anoche. Aún me palpita el corazón, es como si en realidad hubiese ocurrido...

Estábamos juntos, en una habitación oscura pero con un débil resplandor que permitía que nos viéramos ..., al principio no habían palabras, sólo miradas intensas y profundas, se leía el deseo en ellas. Aún no nos habíamos tocado pero se podían sentir esas miradas recorriendo nuestros cuerpos desnudos ... mmm ... tu desnudez, cuanta belleza, tu cuerpo moreno, bronceado por la luz tenue me excitaba hasta tal punto, que la respiración se me aceleraba, y se podían escuchar ya algunas expiraciones jadeantes, y sólo por mirarte.

Poco a poco nos fuimos acercando...en cuanto nuestros cuerpos se rozaron y sentí el calor de tu piel sobre la mía... una fuerte necesidad se coló entre mis piernas mientras con tus dientes mordisqueabas mis labios y pude adivinar tus pensamientos mientras acariciaba la excitación entre la tuyas ...mmm... ahora me sentía entre tus manos tan vulnerable, tus dedos me recorrían todo el cuerpo a ritmo pausado me producían escalofríos de placer a su paso por mi cuello y luego por mi sexo ... mmm... me acerque a tu sexo y lo besé con detenimiento, rozando con cuidado mis dientes con tu glande... la necesidad entre mis piernas se hacia cada vez más inminente y esta vez me adivinaste tu el pensamiento porque acto seguido te deslizaste dentro de mi, causándome un cúmulo de sensaciones que desembocaron en un grito ...mmm, que de ahí en adelante no dejaron de sucederse..., después de largo rato de amor, llego el orgasmo, y que orgasmo...poco después llego el tuyo, y te corriste, esta vez dentro de mí, qué sensación. Nos abrazamos con fuerza y nos quedamos dormidos.
Se sentía el calor de la excitación que se dormía, en los labios, en todos los labios, y en los pechos y dentro de mi.
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OCCIDENTE EXPRESS por Tripitas (relato erótico Nº14)

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Tomó las riendas al entrar y dejar atrás las órdenes de mis pestañas junto a la barra de la cafetería: me rompió los panties y me subió al lavabo, me la metió con violencia y accionó al tiempo la cisterna, el grifo y el secador de manos. Creí desfallecer. Ni siquiera podía gritar porque su mano aprisionaba mi cabeza contra el espejo. Tan grande era. Tan fuerte. Y, en un ápice de rebeldía, arañé las venas de sus mil brazos; mis pezones todavía conservan la señal de sus dientes de marfil.

La sangre seguía caliente cuando mi cuerpo cayó sobre mi asiento en un vagón perdido. No fue hasta entonces cuando vi en mis uñas rastros de piel oliendo a semen y a cacahuetes. Soy alérgica a los frutos secos.
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REGALO DE CUMPLEAÑOS por Luchida (relato erótico Nº13)

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Era mi cumpleaños. Esperaba algo especial pero jamás imaginé algo así; superó con creces todas mis expectativas.
Abrí con sigilo la puerta de nuestro dormitorio y allí estaban ellas, desnudas, mirándome fijamente. La una era rubia, con una cara de ángel que reflejaba su inocencia virginal; la otra era morena, con una mirada lasciva resultado de años de experimentado aprendizaje. La noche y el día, el verano y el invierno, dispuestas a todo en el día de mi cumpleaños.
Me acerqué a ellas y la una se abalanzó sobre mi cuello succionando cada milímetro de mi piel como queriendo apoderarse de mí. La otra, más despacio, bajó hasta la zona de mi entrepierna para desabrochar con sumo cuidado todos y cada uno de los botones de mi pantalón. En menos de cinco segundos me encontré desnudo y rodeado por cuatro brazos que no me dejaban actuar: debía limitarme a sentir, se me había susurrado al oído.
La rubia, dejando atrás toda vergüenza empezó a lamer mi verga erecta como si en ello fuese su vida, tratando de beber toda mi savia. La morena, a su vez, lamía con ansia el sexo de la otra haciéndola gemir de una forma sumamente sensual. Cuando fui consciente de lo que ocurría me abalancé sobre ellas tomándolas por la cintura y conduciéndolas hasta la cama. Ahora era mi turno.
Primero puse a una de espaldas con el fin de poder penetrarla desde atrás. Y mientras situé a la otra frente a la primera para que pudieran tocarse cuanto quisieran. La morena acariciaba con fruición los pechos de la rubia mientras ésta se derretía de placer dejándose llevar por la voz de la experiencia. Yo embestía una y otra vez sintiendo cómo ardían y vibraban nuestros sexos al unísono. La rubia se despegó de la morena para venir hacia mí con una mirada que expresaba la lujuria contenida en su juvenil cuerpo. Aparté a la morena para poner en su lugar a la rubia. Mientras la segunda se colocaba, pude observar cómo la primera la besaba, la acariciaba y la hacía, una vez más, gemir de puro placer. Era la fiesta del éxtasis de todos los sentidos. Los olores se entremezclaban y ya no sabía bien distinguir el perfume a coco de una de ellas del olor del sexo húmedo de la otra. Se besaban y yo embestía cada vez más fuerte mientras veía cómo se acercaba el momento del clímax, el momento en el que los tres estalláramos de placer. Diez, nueve, ocho, siete, cada vez estaba más cerca, seis, cinco… Y las dos se separaron de mí, me miraron y empezaron a acariciarse respectivamente sus sexos, introduciendo primero un dedo, después dos para empezar después a lamerse como gatas en celo, como tigresas sedientas. Y yo las miraba prácticamente exhausto, embelesado por esa escena tan tierna y a la vez obscena. Tres minutos más tarde ya estaban las dos de rodillas frente a mí, lamiendo las dos mi sexo mientras yo les acariciaba el cabello preparándome para el orgasmo más intenso de mi vida. Y ahora sí: tres, dos, uno, y nos embargó el placer más absoluto sentido vez alguna por el hombre. Gritamos los tres a la vez mientras mi leche recorría sus bocas aún sedientas e insaciables.
Sí, sin lugar a dudas, fue el mejor regalo de cumpleaños de mi vida.
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EN CUERPO Y ALMA por Francis (relato erótico Nº12)

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Las olas rompían con fuerza contra el acantilado. Una fría noche y unas luminosas estrellas me acompañaban en aquel momento, me posé sobre las gélidas rocas arropado con mi hábito de cura. Tal vez Dios no vería con buenos ojos lo que iba a acontecer en aquel lugar. ¿Por qué algo que me hacía sentir tan bien era prohibido? Cada vez que la veía la evitaba para no ser poseso de este deseo, este deseo prohibido. Mi cuerpo y mi pasión podían conmigo en aquel instante.
Mi corazón arde a cada instante y hoy está más ardiente que nunca. Allí está ella, sentada junto a mí, acariciaba su cara mientras le apartaba el pelo. Sus labios eran tiernos y carnosos, su cara era tan delicada como bella. La besé mientras ella jugaba con mi pelo. El ambiente frío se volvía cada vez más cálido, las olas rompían con más fuerza y mi corazón palpitaba cada vez más y más fuerte. Sus ojos me desnudaban con la mirada y lentamente me dispuse a desnudarla. Me acariciaba a la vez que me quitaba la ropa. Desnudo en aquel momento, en cuerpo y alma, nos abrazamos y nos miramos. Mis retinas se deleitaban con su belleza y mi cuerpo lo expresaba besándola y acariciándole su cálida piel. Su placer se mostraba a modo de escalofríos y mostrando una bella sonrisa. La sentí tan excitada como yo, fue entonces cuando me introduje entre sus piernas. Mi cadera chocaba suavemente con la suya mientras sus caricias se transformaban en abrazos y besos, cada vez más intensos. Sus frágiles abrazos se volvían cada vez más fuertes y me apretaban hacia ella, las estrellas se multiplicaban por mil y mi corazón palpitaba con más fuerza que nunca. Sentí como en mi cuerpo me invadía un éxtasis y ella cerró sus piernas apretándome con fuerza, fue entonces cuando nos fundimos en cuerpo y alma. Ni si quiera Dios pudo separarnos en ese instante, éramos un sólo ser lleno de placer, amor y lujuria.
Desde ese día, no hay amor más grande que el que siento por ella. ¿Amar a Dios o amar a ella? Padre, no sé si me perdonarás pero sé que deseas mi felicidad y mi felicidad es ella.
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PROVOCACIÓN por Rodrigo Díaz de Vivar (relato erótico Nº11)

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Nos sentamos, conversamos y me pediste un trago
cuando volví había gente a tu alrededor y me tuve que sentar frente a ti, pero…
qué suerte tenemos algunos
de pronto, sin avisar, descuidadamente separaste tus piernas
era tan blanca tu braga que ofendía
su destello se pudo ver desde todos los rincones del salón
el demonio lujurioso que vive en mi cabeza salió a mirar
el contraste sensual entre el blanco del tejido y tu piel fue demasiado para mis sentidos
mis ojos ya no se separaron mas de ti, de la prenda entre tus piernas…
parecía pequeña, no te tapaba completa
se asomaban por su borde finos y curiosos seres…
seguro la escogiste así para que se amoldara a tu hendidura, y con su roce, produjera en tu cuerpo las sensaciones necesarias, para invitar a alguien a sentir el máximo placer dentro de ti…
seria yo el afortunado... dude
pero mis dudas pronto desaparecieron
me di cuenta que sabias que te estaba mirando y no hacías nada para cubrirte
al contrario con un pequeño movimiento, mostraste más aun de lo que me estabas ofreciendo…
pasaron unos segundos que fueron eternos,
perdiste la paciencia
de pronto tu cara se transformo y tu mirada me grito con insolencia…
qué esperas, quieres que me las quite y te las arroje a la cara para que huelas mi deseo…
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¡FELIZ CUMPLEAÑOS! por Manzanita (relato erótico Nº10)

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Llevaba tiempo deseando que llegara su cumpleaños y poder celebrarlo por todo lo alto. Tenía ganas de ver su cara tras las sorpresas que le esperaban.
Y por fin llego el día tan esperado para los dos. Preparé la cena, algo para picar y vino para beber, así poder estar más desinhibidos después.
Tras miradas cómplices y pícaras durante la velada le dije que iba a por el postre y aparecí en medio del comedor con un camisón transparente y un tanguita de encaje. Encendí el reproductor de música y comenzó a sonar la canción mientras contoneaban mis curvas a la luz de las velas de la mesa. Era la primera vez que bailaba y me desnudaba para alguien y la verdad es que estaba nerviosa, pero su mirada me daba la seguridad que necesitaba para empezar. Mis caderas se movían sensualmente mientras me acariciaba el pelo y me acercaba despacio hacia él, me senté encima y comenzamos a besarnos apasionadamente. Notaba su excitación dentro del pantalón y sin pensarlo ni un momento me lancé ávida hacia su bragueta, le desabroché el pantalón y solté mi aliento encima de su durísimo y mojado miembro. Sabía que quería que me lo metiera en la boca, así que no le hice sufrir más y empecé a lamer como nunca, primero la punta con la lengua y poco a poco me lo fui introduciendo en la boca hasta el fondo, sus jadeos y gemidos eran continuos.
Cuando paré fuimos hacía el sofá, me quitó el tanga lentamente, lo olió y noté como se embriagaba con mi humedad. Apuntó hacia mi coñito y la metió de golpe mientras se escapaba de mi boca un grito ahogado.
Él entraba y salía, la notaba palpitante en mi interior mientras mis tetas rozaban su pecho. Tras sentirnos de ese modo decidí tomar las riendas de la situación, me senté encima suyo y comencé a cabalgarlo mientras me daba pequeños azotitos que me animaban a continuar con mi ritmo. Noté como arqueaba la cabeza hacia atrás y levantaba su cadera para que la sintiera más adentro, cosa que aumentó nuestra excitación. Los músculos de mis piernas se iban aflojando mientras mi interior se tensaba hasta terminar en una explosión de placer que hizo desplomarme sin fuerzas y decirle suavemente al oído: ¡Feliz Cumpleaños!
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INVITACIÓN AL PLACER por Kat Eyes (relato erótico Nº9)

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El trabajo había hecho mi vida monótona los últimos meses. Pasaba las horas frente al sempiterno ordenador, tecleando, tecleando… Por eso, me sorprendí tanto cuando llegó a la oficina un atildado mensajero que, con la vista fija en mí, avanzó elegantemente entre los escritorios hasta depositar, sin una palabra, un pesado sobre negro con adornos plateados.
Lo abrí. En la nota, se me invitaba formalmente a cenar, con exquisita educación plasmada en forma de fluida caligrafía, el papel olía a madera.
Yo era una mujer seria, e iba a apartar de mi vista la constatación de aquella broma absurda… era una niñería, una idiotez, pero sin embargo, una parte de mí, se derretía ante la idea de acudir. Esa parte curiosa (y algo retorcida) que yacía bajo el manto helado de mi personalidad. Iba a ir. Ni bien mi mente asimiló esa idea y estuve en casa, noté como si mi cuerpo empezara a transformarse.
Mi boca se curvó en una sonrisa lasciva, solté el moño de mi cabello… observé mis manos, mis uñas pedían a gritos ser pintadas de rojo, mientras mi cuerpo se revolvía entre una ropa austera, sosa y sin escote.
Acudí a la cita atrayendo todas las miradas en mi camino. En la ondulante cortina negra de cabello, la caída de las pestañas ocultando la mirada intensa de color gris, en el contoneo suave de mis caderas al deslizarme sobre los altísimos tacones, y la insinuación del encaje de un liguero, gracias a la abertura obscena, casi hasta la cadera, del vestido borgoña. El escote trasero descubría la espalda hasta la cintura, mientras los labios carmesíes estaban entreabiertos de anticipación.
Entré en la habitación del hotel elegido para la cita. La negra penumbra sólo era rota por la luminosidad sutil de unas cuantas velas. Sin embargo, el lujo, y la silueta poderosa de mi anfitrión, eran un recordatorio evidente de que la decisión había sido correcta. Se acercó a mi. Su torso desnudo de una perfección exquisita prometía horas de lujuria. Sus formas se dibujaban entre sombras recortadas a la luz de los candiles.
Sin una palabra, se ubicó a mi espalda mientras mi pulso se aceleraba al sentir la respiración en mi nuca. En un abrir y cerrar de ojos, una venda suave me impedía la visión. Pegaba impúdicamente su cuerpo al mío, evidenciando lo que me haría, el placer que prometía arrancarme sin piedad; notaba su erección.
Antes de poder reaccionar, estaba tumbada en un lecho mullido hasta lo imposible, mientras el desconocido forcejeaba con mi vestido, que voló lejos en un instante. El corsé negro con ligueros, junto a un diminuto tanga, le arrancó un sonido de satisfacción. Se deshizo de mis zapatos y empezó a acariciarme. Amasaba mis pechos a través de la tela provocándome con la lengua sobre cada centímetro de piel desnuda, desabrochando lentamente la prenda. Mi piel ardía, estaba húmeda y deseosa de su cuerpo. Pero se detuvo. Mientras pensaba en la mejor manera de quejarme, sentí su boca acariciando mi clítoris, mientras apartaba la ropa interior con una mano. Dios, mío, habían pasado segundos y ya estaba a punto de correrme. Gemí extasiada… pero se detuvo, negándome el placer. Ignorando mis protestas, siguió deshaciéndose de toda mi ropa… y la suya. Quise tocarlo, cuando noté que los pantalones habían desaparecido y su pene erecto acariciaba mi piel cuando se movía. Pero me detuvo, esposándome con unos amarres suaves, mientras reía en mi oído.
Se alejó un momento, y escuché un ruido extraño de cristal. Enseguida unas gotas de algo frío, cayeron sobre mi. El vaho me llegó. Era vino… Esperaba que lo lamiese enseguida, atormentada por su contacto sobre mi cuerpo candente, pero se limitó a disfrutar de la trayectoria de las gotas dibujando mis contornos, mientras me retorcía. Llevó su mano a mi entrepierna, y cuando estaba en las puertas del orgasmo, me penetró con fuerza, dejándome ciega de placer, entre contracciones de puro éxtasis, mientras lo sentía grande y duro en mi interior. No tardé en volver a encenderme, pero se detuvo nuevamente. Cuando su lengua tocó mi pezón, fue como una descarga eléctrica, la sensibilidad insoportable, las dolorosas ondas de deseo que me recorrían, parecían ser capaces de hacerme perder el sentido. Conseguí reunir fuerzas para articular:
-Quiero mirar…
Mi deseo fue concedido enseguida, asaltándome el morbo al ver el espejo en el techo de la suite y el rostro exquisito de mi amante. Con una ladina sonrisa, empezó a bajar… La visión de su cuerpo poderoso ondulando como el de una bestia de la sensualidad, la sensación de su lengua recorriendo mi vulva, me provocaron un segundo orgasmo que me arrancó un grito. Me cubrió la boca con una mano, mientras me embestía nuevamente poseyendo todo mi cuerpo, erizando el vello de mi piel, mientras mi mente antes cuadriculada, yacía incoherente a su merced. Me puso de espaldas a él, y me penetró con renovado vigor, lo que me permitió disfrutar del espejo en la cabecera. Verme así, esclava de mi deseo, con aquél hombre tan delicioso complaciéndome, me hizo desear todavía más.
-Más fuerte… si, si…-balbuceé atontada cuando obedeció- Así…
Arremetió brutalmente, mientras me derramaba nuevamente, y él estallaba en su propio clímax. Se tendió a mi lado, besándome por primera vez con infinita suavidad, mientras acariciaba mi cuerpo con la sutileza del ala de una mariposa.
La noche fue larga… deseo y plenitud.
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PASIÓN REPRIMIDA por Carmen Li (relato erótico Nº8)

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Miró la luna fumando un cigarrillo, una cama vacía, suena el teléfono, él ha llamado otra vez, quiere verme, yo asiento su petición y nos veremos en una hora más.
Estoy ansiosa. He servido unas copas y el aún no llega, suena el timbre ya esta aquí, le deseo y no sé aún que hacer.
Nos sentamos y tomamos unas copas, tiene problemas, se siente agobiado, le tomo su mano y susurro a su oído que todo saldrá bien.
Entrecruzamos las miradas, él me acaricia el rostro y mi cabello, se acerca lentamente hasta llegar a mi cuello, hay un jugueteo entre besos y caricias hasta llegar a mis hombros que están a la vista por aquel corsé que envuelve mi cuerpo.
Me toma entre sus brazos, me tumba sobre la alfombra, yo hipnotizada por una especie de éxtasis y ansiedad rasgo su camisa, beso su torso y bruscamente me aproximo a morder las partes más exquisitas de su pecho, se apega a mi y delicadamente comienza a acariciar y besar mis pechos, es tal el espasmo que me provoca su boca que mis pezones se tornan duros y firmes, lo tumbo sobre la alfombra, le bajo aquel pantalón que oculta su abultada excitación, su locura por hacerme suya.
Beso su pelvis, comienzo a deslizar mi boca por su pelvis hasta llegar a su punto de exitacion, Hace mucho que no me lanzo a una aventura así, se lo beso y toco con ternura y rudeza, ansiosa, deseosa. Lo sigo besando y tocando, cada vez me excita más, su jadeo me vuelve loca.
Me toma de la cintura y me voltea, allí esta mi tanga, él la saca y comienza a besar mis glúteos, morderlos, devorarlos, y eso me gusta. Juega con su miembro como si estuviera dentro de mi, yo jadeo, él se da cuenta y se dirige hacia mi zona desconocida y comienza a besarme. Mi clítoris pide más, nuestros cuerpos piden más.
En un movimiento rápido penetra mi interior, yo me siento plena y llena de adrenalina. Pido más. Besa mi espalda, y yo por un breve segundo toco su miembro al compás del movimiento.
Lo tumbo sobre la alfombra, nuevamente me apodero de la situación, me convierto en una fiera llena de pasión, me comienzo a mover de manera tal que su mirada y labios me piden más y yo cumplo su deseo, estamos envueltos en un fuego que nos consume poco a poco. Llegado el minuto es tanta la excitación que llegamos al clímax más espectacular que haya sentido, aquel en donde sientes que vuelves a nacer.

Me tumbo a su lado, nos abrazamos y me pregunto si esto volverá a suceder otra vez.
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LA NOCHE ESPECIAL por Alicia (relato erótico Nº7)

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Estaba tumbada en el sofá, boca bajo y con las piernas dobladas dando golpecitos en la pared, jugando a la videoconsola. Su vestido negro, con una forma más que provocativa, dejaba ver más allá de sus piernas y se podía ver una lencería que no usaba habitualmente.
Ulises entró al salón y no pudo reprimir una exclamación de asombro, agrado y deseo. Fue hacia ella y la sacó de su concentración, cubriéndola de besos y caricias mientras que apagaba la consola. Cuando ella se giró, tenía dibujada una sonrisa nada inocente, y empezó a quitarle la camisa. Sabía cómo acariciarlo para dejarlo tumbado a sus pies, y Ulises lo adoraba.
Se dejó acariciar mientras que ella terminaba de desvestirlo y la observó atentamente mientras se quitaba el vestido. Ulises no pudo reprimir un segundo asombro, ella estaba realmente sexy con la lencería que llevaba puesta.
La sonrisa poco inocente de Sandra dejó escapar una nota de satisfacción. Lo había conseguido. Ulises estaba sorprendido e ilusionado, algo ya difícil, pues se había acostumbrado a pequeñas sorpresas cada día que rompían con la rutina.
Sandra se dejó tocar, y Ulises lo hizo con delicadeza, como si estuviera explorando algo nuevo y desconocido. Pronto se sorprendió besándola apasionadamente, como si fuera la primera vez. Ella a su vez lo acariciaba, poco a poco, poniendo especial cuidado en jugar en las zonas que más le gustaban. Ulises tampoco se quedó atrás, y también empezó a jugar con el cuerpo de Sandra. Pasó un dedo a lo largo de su columna vertebral, suave pero decidido, que la hizo estremecerse y relajarse. Los dos sabían que había empezado una nueva noche de sensaciones.
Sandra se escabulló de las caricias de Ulises y con una sonrisa pícara lo invitó a seguirla. Corrió al jacuzzi, en el que tenía unas velas encendidas y una mesita con un par de copas de cava y fresas.
Ulises la siguió por el pasillo riendo. Cuando llegó sólo pudo pensar que Sandra le había preparado una noche sorpresas, así es que decidió dejarse llevar. Entró en el jacuzzi detrás de ella, y empezó a jugar bajo la espuma y las suaves burbujas. Las caricias bajo el agua eran más sugerentes que fuera de ella, aunque sólo fuera por la novedad. Pronto, sus cuerpos se fundieron en uno solo, y disfrutaron como hacía mucho tiempo que no lo hacían. Se dejaron llevar, sin guardar ninguna caricia, beso ni palabra halagadora.
Perdieron la noción del tiempo, y cuando no quedaban fresas ni cava, decidieron salir del jacuzzi. Ulises salió primero para coger un par de albornoces blancos, y arropó a Sandra en su salida.
Fueron al dormitorio, y se dejaron caer sobre la cama. Aunque estaban ya cansados, volvieron las caricias y los besos, mientras que se escondían bajo las sábanas. Se dejaron llevar nuevamente e hicieron el amor hasta que ambos terminaron exhaustos.
Ulises la abrazó y la besó hasta que ella se quedó dormida en sus brazos. La arropó con cariño y deseó que esa noche pudiera repetirse cada día de su vida.
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SEXO DE FUEGO por Nykaa (relato erótico Nº6)

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La tumbó en la cama con mucho cuidado, la besó y rebeso hasta la saciedad, pensando que eso sería lo único sexual que harían ese día, hasta que de repente oyó el ruido de la cremallera de su pantalón; ella se empezó a desabrochar la camiseta, hasta que su mano la frenó y con la otra le levantó la falda y ladeó bruscamente las bragas. Sintió como entraba su pene, indeciso y como a los pocos instantes, empezó a desplomarse el chico encima suya, con el pene arrugado, pringado fuera de su vagina. Se marchó como pudo, pues supo que la segunda vez, no iba a ser mucho mejor. No quería compartir sus días ni mucho menos su vida, al lado de una persona de corrida fugaz que no hacía más que excitarla sin hacerla gritar, ni gozar como ella quería.
Cuando pasaron varios días, Marcos seguía poblando su cabeza y no sabía el porqué cientifico, pero sí su hipótesis: él era el principe azul, el de los regalos acertados en cada aniversario, el que decia los te quiero sinceros, que abrazaba por las noches cuando hacía frío...el príncipe que la tenía pequeña y no sabía usar sus pocos recursos para hacerla vibrar en la cama, pero se había encariñado de él...enseguida le salió la sonrisa perversa y decidió pensar en ella, sin importar el dolor que podría sentir lo ajeno, se dispuso a disfrutar del sexo...sin renunciar al amor...
Hacía varios meses, un hombre intentaba cortejarla, la hacía sonreír tontamente sin control y también la encendía de cintura para abajo...era un bombero musculoso, un hombre de los que te abraza y te sientes aprisionada, de esos que en la cama, no se andan con tonterías ni te hacían perder el tiempo, - vamos un hombre como el que yo necesitaba. Le cité en el hotel cercano a la cafetería donde empezaron las miradas y los susurros furtivos. -
- Me enbutí en mi mejor camisón de seda negro transparente que hacía resaltar mis dos pezones duros con antelación, dos ligas del mismo color presionaban mis muslos rellenos y los zapatos negros de tacón infinito me hacían más que deseable ante mi mirada en el espejo. Solté mi pelo amarrado por una pinza y dispuse dos gotitas de Channel número 5 (la colonia del sexo) por el cuello y me tumbé sobre la cama, de costado, dispuesta a esperar a mi bombero. -
En cuanto él la vió desde la entrada, se fue despojando de toda prenda, hasta quedarse en unos apretados boxer, que hacían las delicias del que puede mirar y no tocar...aún... Se tumbó de costado junto a ella y la apretó contra su cuerpo, mientras sus bocas se unían entreabiertas y sus lenguas, húmedas, ansiosas, jugaban a buscarse y encontrarse en un enredo de salivas y deseos. Los dos pares de manos, jugaban a leer el código de sus cuerpos, tanteando el terreno musculoso de él y las curvas bien distribuidas de ella, en una carrera sin freno donde cada sitio debía quedar palpado y cubierto.
Mientras la besaba apasionadamente por el cuello, con un dedo hábil fue deslizándoles por el hombro cada una de las tiras del camisón, mientras con una mano fue sacándole uno de sus pechos; con la lengua fue dibujando suaves círculos alrededor de la aureola que la hacían estremecerse de gusto, deseando que sus dientes aprisionasen su pezón y sus manos estrujasen su pecho, cosa que se cumplió y la hizo enloquecer dándose una vuelta y quedándose encima de él. Pasó sus manos por su torso musculoso, recorriendo con sus uñas cada una de las tabletas de su abdomen y deslizando su lengua de forma pícara mientras descendía. Con los dientes deslizó su calzoncillo más que abultado y se sobresaltó cuando salió lo que más ansiaba, lo que más deseaba descubrir y conocer en este fuego de hombre: su largo y gran pene.
No sabe el tiempo que pasó dándole todas sus atenciones: cubriéndolo de saliva hasta parecer espuma, lamerlo de arriba abajo, besarlo, susurrarle...hasta que sintió una oleada de calor y no quiso seguir con los preliminares sino pasar a la acción, hacía mucho tiempo que lo llevaba esperando y no pensaba desaprovechar ni un santo minuto.
Se subió a horcajadas encima suya, mientras tiraba fuertemente del hilo de su tanga para que los impedimentos fueran cero a la hora de penetrarla. Primero notó el capullo como una oleada de fuego a punto de quemarla internamente, después un impulso la hizo estremecerse y moverse al ritmo que aquel pene la dictaba. Él la tiraba del pelo hacia atrás, arqueando su espalda, dejando los pechos expuestos tras la transparente tela del camisón. Los lamió en espiral, dejándolos húmedos, encendidos, erectos, recibiendo su boca.
Entraba y salía, llenándola, vaciándola con cada embestida. Sus labios no daban tregua a los besos, y las caricias iban al vaivén del ritmo impuesto. Cuando él empezó a temblar, a estremecerse en cada empuje, supo que iba a llegar la ola a su orilla, pero que ella aún necesitaba nadar más para llegar con él a buen puerto, pensó en dar brazas más largas, pero decidió dejarle nadar a él, quedarse a la deriva, esperando llegar más tarde. Sintió el cálido liquido adentrarse en su ser y cuando él se retiró, su vagina era blanca, como la leche y ardía como si en su interior albergara un horno.
Él se hizo a un lado y ella se tumbó enfrente. Abrió las piernas de par en par, hasta que la espera terminó con el lengüetazo que sintió en sus labios menores; se humedeció en toda su extensión. Percibió uno de sus dedos hurgando, del clítoris a los labios mayores, con amagos de entrar, hasta que inesperadamente entró y formaron una canción de movimientos coordinados, de la lengua con sus círculos dando el ritmo y los dedos saliendo y entrando dando la voz cantante de toda esta música. Tras pasar los "estribillos" la música llegaba a su apogeo en cuanto veía a lo lejos la orilla, y sintió que estaba encima de una ola a punto de bajar y que llegaba el momento de ser sepultada por ella, lejos, muy lejos, Pufff, llegó empapada de sudor, de sal y de su propia corrida.
Minutos después, tras ducharse los dos, acordaron verse cada cierto tiempo en esta misma habitación. Miró el reloj, se hacía tarde, el tonto de Marcos la estaba esperando en casa, con un ramo de rosas.
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MANUALIDADES por Clarisè Rose (relato erótico Nº5)

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...desnuda, me tumbé boca arriba sobre la cama y comencé a deslizar mis manos por el vientre, acariciándolo con suavidad, provocándome ligeros cosquilleos. Una vez llegué al monte de Venus, seguí descendiendo y comencé a juguetear con los labios. El clítoris se dirigía a mí a gritos intentando atraer mi atención, pero lo ignoré porque no quería llegar tan rápido al clímax. Recorrí toda la superficie y al momento introduje los dedos anular y corazón de mi mano izquierda en la vagina. Acaricié levemente el punto G, haciendo presión sobre él con ambos dedos, como si intentase "llamar" a alguien. Noté lo húmeda que estaba, y mientras seguía con esa tarea, dirigí mi mano derecha al impaciente clítoris. Con el índice y el anular separé los labios mientras con la yema del corazón acariciaba el centro del placer. En círculos, subiendo y bajando, pellizcándolo... la intensidad y el trabajo de las dos manos se acentuaban mientras empezaba a sentir calor por el cuerpo y las mejillas tomaban un color rosado. La excitación contenida en mi cuerpo necesitaba salir como fuese, estallar, explotar, y así lo hizo, en un deleitoso orgasmo que durante los segundos que duró me dejó la mente en blanco.
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HOY HE CORTADO EL CÉSPED por Ruru (relato erótico Nº4)

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Súbitamente mi vagina se ve envuelta por miles de mariposas, eso quiere decir que sus esporas marcan el cambio de estación. Ha llegado la primavera en mi jardín secreto.
Dado que a las 21:00h de hoy tengo una cita, debo solucionar cuanto antes el desastre en mi monte provocado por el frío tras pasar el invierno. Me lavo, corto el césped de mi jardín, me seco, y luego froto mis muslos para que de ellos emane un aroma aún más embriagador si cabe.
Me dispongo a engalanar mi cuerpo, dispuesto hoy como nunca a la entrega.
Antes incluso de llegar a verlo, mi vagina va por libre, y convulsiona de ganas. Recién puestas las braguitas ya noto como se han humedecido. Se empieza a derretir el hielo.
… Y ahí está él. Perfume que hace que mis feromonas se alteren, que el deshielo sea aún más repentino.
Mientras la cena cae a nuestros rebosantes y calientes estómagos, nuestros ojos chocan hasta sostener la mirada, él en mis pechos, yo en sus labios.
Decidimos dejar la cena a medias.
Ya entre nuestras 4 paredes, me lanza con pasión entre los cojines de la cama, me mira, me besa, me muerde, me desnuda con destreza, le desnudo, y comienza a acariciar mi cuerpo de los pies a la cabeza. Me vuelve a mirar, y tiemblo. Mis uñas cortadas evitan herirle. Mi boca empieza a secarse poco a poco, e intento evitarlo. Le beso, le miro… y algo empieza a crecer en el ecuador de su cuerpo. Enseguida se da cuenta de quien es el culpable del deshielo, y no tarda en deslizar sus dedos entre mis embriagados muslos. Hemos superado la primera fase de excitación.

No reímos, no hablamos, solamente nos miramos. Mientas, aquello crece más y más. Sus caricias delicadas pasan a ser algo más fuertes, masajeando cada pliegue de mi cuerpo y recorriendo el horizonte con su lengua. Su pene ha cobrado vida y habla por los dos. Él, tan excitado como nunca humedece mucho más mi vagina con su ágil lengua, y hace que mi clítoris dé descargas sobre mi cuello. Mis pezones piden a gritos un mordisco, y él sin yo hablar me lo proporciona. Él y yo desnudos, nuestros fluidos empiezan a fundirse, dejando rienda suelta al calor que nos envuelve.

Es el momento, pienso yo, pero él se adelanta, abriendo sutilmente mis dos piernas. La tensión crece y crece cada vez más, los músculos de todo mi cuerpo se entumecen menos uno. Mete su pene en mi lubricado agujero, aquel que desde que me puse las braguitas no paró de segregar al imaginar este momento. Uno… dos… tres… cuatro, cinco, seissieteochonueve… cada vez más deprisa me la mete… Él jadea, yo también. Le beso rápidamente para que el beso no nos quite tiempo de inhalación. Mi vagina está intensamente húmeda. Mis piernas no pueden evitar empezar a cerrarse. Quiero notar su prominente verga entrando y saliendo. Se sabe bien el camino. Yo, me esfuerzo por estimular su cuerpo al máximo. Mi dedo ahora pellizca su pezón, y no puede evitar emitir un calido gemido. Él sin dudarlo me los muerde. Mi segundo corazón me dice ahora que llega el momento de correr. Aguanto la respiración, mientras da el sprin final. Cierro fuertemente mis piernas, aguanto la respiración… la aguanto…

Delicioso. Hemos perdido el control de nuestros cuerpos, nuestros músculos convulsionaban involuntariamente al unísono. Su cálida eyaculación ha sido triunfal, hemos llegado juntos a la meta. Mis muslos han tomado la forma de sus caderas, y durante unos minutos, aún estando él a mi lado, lo noto entre mis piernas. Desnudos, él sobre mi corazón revolucionado, acaricia mi pubis, y me adelanto a decirle: Hoy, he cortado el césped.
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DESPEDIDA... por Sara D. (relato erótico Nº3)

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Los comienzos en mi nueva ciudad fueron... como decirlo... espartanos. En tres meses no tuve contacto físico con nadie, estaba demasiado agobiada para preocuparme por eso, pero ahora que tengo muchos amigos y amigas, que me he acostumbrado a este ajetreo, a la universidad... vivo feliz.
...Allí estaba yo, parada en medio de la gente, que pasaba por mi lado dándome empujones. Miraba hacia arriba, intentaba ver el cielo gris pero apenas veía un trocito entre los edificios. Caminé largo rato, mirando al suelo, echaba de menos mi pueblecito, su tranquilidad. Allí podías estar tranquila en muchos sitios, aquí en la ciudad no, siempre hay gente en todos sitios. Me senté en un banco frente a una zapatería y allí recordé mi último día en el pueblo.
Caminaba con dos de mis amigas por una calle alejada del centro del pueblo al encuentro de los chicos, habíamos quedado con ellos. Unos metros antes de llegar hasta ellos pudimos ver que estaban sentados sobre sus motos. Uno de ellos encendió el motor y llegó hasta nosotras. Era Oscar, derrapó frente a nosotras colocándose frente a mí. Con un gesto de mano me dijo que me acercara. Era alto, delgado pero musculoso, por el trabajo que desempeñaba, y guapo, muy guapo, con el pelo rubio que solía llevar despeinado y unos preciosos ojos azules. Era un poco imbecil, el tipo chulito de pueblo, siempre metido en líos, pero me gustaba y además se había pegado por mí con varios chicos que estaban tonteando conmigo. No éramos novios ni nada, no me gustaba, bueno me gustaba pero solo porque era guapísimo y por que follaba bien. "Sube, te llevo a dar una vuelta", me dijo. Ni corta ni perezosa, me subí a la moto y me agarré a él con fuerza. Me llevó unos kilómetros al norte del pueblo, a una vieja caseta abandonada que todos los jóvenes utilizábamos de picadero.
Bajamos de la moto, se colocó frente a mí y con semblante serio me preguntó:

¿ Te vas mañana, no?.-

Si.- Dije sorprendida, no esperaba que hablásemos, normalmente lo hacíamos y después delante de la gente no nos dirigíamos la palabra.

¿Y cuando vuelves?.-

Pues no lo sé... supongo que en Navidad.- Ahora, lo comprendía... estaba calculando el tiempo que tardaría en volver a follar conmigo.

¿Tanto?.- Sus ojos miraron al suelo, parecía realmente triste.

¿Por que?.- Quería que me lo explicara.

Pues... que es mucho tiempo.- Largo silencio.- Te voy a echar de menos... - Susurró.

¿A mí?.-Pregunte atónita, era la primera vez que me hablaba así.

Si a ti... a quién sino... – Me dio un suave beso en la boca y me abrazó, yo me abracé a él también.- ¿No puedes volver antes?.- Todavía abrazados.

No lo sé... – Susurré. La situación me estaba llegando al corazoncito, no era una farsa, porque sabía que no tenía porque montar ningún drama, ya sabia que si quería podría tenerme.

Entonces es una despedida... hasta Navidad.-

Comenzamos a besarnos, primero solo en los labios y después introdujo su suave lengua en mi boca. Había metido su mano debajo de mi camiseta y acariciaba mis pechos pellizcando mis pezones. Sin despegarnos entramos en la cabaña. Los dos sabíamos que iba a pasar mucho tiempo hasta que volviésemos a estar juntos y el sexo de aquella noche fue impresionante. Se puede decir que nos arrancamos la ropa. No iniciamos un juego sexual sino que directamente fuimos al meollo. Me bajé las bragas y el se bajó los vaqueros y aplastándome contra la pared me levantó y me introdujo su pene, comenzó a moverse, sus movimientos introducían su pene hasta al final, eran fuertes y duros. Cada vez se hizo más rápido y más rápido hasta que nos corrimos, entre gemidos acompasados. Me bajo al suelo. Nos quedamos así, frente a frente, pegados, mirándonos a los ojos, con la respiración entrecortada. Volvimos a besarnos salvajemente. Bajé una de mis manos hasta su entrepierna y comencé a tocarle como sé que le gustaba, rápidamente volvió e empalmarse. No sé que nos pasaba, pero estábamos tan excitados como animales en celo. Se quitó la camiseta y sacó los pies de los vaqueros que estaban en sus tobillos. Se apartó un poco de mí y pude observarle. Tenía un cuerpo... Buah! Como me ponía. Yo me quité también la camiseta y el sujetador con movimientos suaves bajo su mirada. Esta vez se tumbó en el suelo y yo sobre él. Mis movimientos eran más lentos y suaves, yo disfrutaba más. Él estrujaba mis pechos. Estaba a punto de correrme cuando el se incorporó y abrazados nos corrimos. Mi rajita chorreaba líquidos y, le dije que se tumbará y colocándome sobre su cara le dije que me lo lamiera. Me obedeció e introdujo su lengua allí. La movía de arriba abajo, aspirando y lamiendo el clítoris. Yo me retorcía de placer, introduciendo mis dedos en su pelo. Uno de sus dedos acariciaba mi culo que estaba totalmente mojado, poco a poco empezó a introducirlo. Yo me moría, no dejaba de gemir y de acariciarme. Él fue el primero que me lo lamió, había mejorado mucho y el primer pene que me comí fue el de él, también yo había mejorado mucho. Finalmente me corrí. - "Ahora tú"- Me dijo, me giré, y allí me encontré su pene, tieso, duro... esperándome. Metí su punta en mi boca y lo lamí. Lo lamía de arriba abajo. Me llené la boca de ella, jugaba con su cabeza, lamiendo alrededor, sé que le volvía loco. Acariciándole sus huevos iniciando los movimientos finales. Se corrió sobre mi mano y le gustó, sé que le gustó porque su gemido se prolongó.
Ya era tarde. Me vestí, él me miraba... y cuando yo ya hube terminado, comenzó él. Terminó de abrocharse los vaqueros y se acercó a mí lentamente. Esa noche me tenía desconcertada. Hacia cosas que nunca había hecho conmigo, cosas... tiernas, dulces... nunca había habido ternura entre nosotros. Me cogió la mano, con suavidad con la otra me rodeaba la cintura y volvió a besarme, pero esta vez solo en los labios los cogía entre los suyos y los mordía con dulzura... nunca me había besado así... y joder me gustaba... lo podía haber hecho antes. Me acariciaba en la cara, la cogían entre sus manos, me retiraba el pelo... estuve a punto de gritarle "¡¡¡eso se hace antes, idiota!!!", pero le seguí el juego, me estaba gustando y además besaba bien. Su reloj, dio un pequeño pitido, significaba que eran las doce, me tenía que marchar.

Oscar... - Volvió a besarme, me derretía.-... Tengo... - Volvió a besarme.-... Que irme.-

Me estaba despidiendo... te diría tantas cosas.- Susurraba a mi oído.

Oscar... de verdad, debo marcharme, mañana me levanto muy temprano.-

Si... vamos.- Montamos en la moto y poco después de atravesar el puente viejo, frenó y apagó la moto. Le pregunté que qué pasaba y me dijo que bajara de la moto.

Toma... - Me dio una fina cadena que él llevaba al cuello.

No puedo cogerla Oscar... – Me miró sorprendido.- No puedo comprometerme... yo no voy a serte fiel.- Era una borde y una zorra, pero no quería engañarle.

No, no quería que me fueses fiel... solo quiero que la tengas.- Me sonrió.

Pero... yo no tengo nada para darte, no sabia que eras tan romántico.- Le sonreí.

No quiero que me des nada. ¿Romántico yo?, que dices... – Levanto mi falda, y apartando mi tanguita metió su dedo en mi rajita y comenzó a acariciarme, lo introdujo en mi agujero, sus movimientos eran lentos pero acariciaba mi clítoris con fuerza, no tarde en alcanzar mi orgasmo, qué bien que hace los dedos ese cabrón. Fue nuestra despedida... Montamos en la moto y me llevó hasta el portal de casa. -¿Te puedo llamar?- Me preguntó cuando ya había entrado en casa, asomé la cabeza y le dije: "Cuando quieras... o sino mejor ven a verme"
 
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