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SÁBADO por Azaleamar (relato erótico Nº18)

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Sábado. Eran las siete de la tarde cuando el timbre sonó. Un sonido alargado y estridente, que avisaba de que una persona esperaba al otro lado de la puerta. Salí a abrir. Había quedado con el para ir al cine.
Le mande esperar en mi habitación mientras daba Los retoques finales a un cuidado maquillaje. Terminado, volví a la habitación y ni siquiera se había sentado. Se acerco a mí lentamente, mirándome con esa cara malo que me pone enferma, a la vez que me daba una orden. No te muevas.
Le obedecí, aunque no me gusta recibir ordenes. Pensé que quizás, el pelo de una pestaña se había quedado en mi cara, y me lo iba a quitar. Sin embargo no era así. Poco a poco, sin dejar de mirarme a la cara empezó desabrochando uno a uno los botones de mi blusa, hasta despojarme de ella. Así, siguió quitándome la ropa que tan cuidadosamente había elegido para la cita. Hasta dejarme completamente desnuda.
Me sentía indefensa, totalmente a su merced y a lo que el quisiera hacer de mi. Y eso me gustaba. Tenia la sensación de que la noche acababa de empezar y el cine esperaría para otro día.
De repente me giró, cara a la pared, apoye mis manos en la superficie, blanca y fría. Él comenzó a besarme por el cuello, mientras sus manos acariciaban mis pechos y bajaban por mi vientre dibujando líneas imaginarias. Sus labios gruesos bajaban poco a poco por mi espalda, dando pequeños lengüetazos que me mojaban toda la espalda.
A estas alturas mi pequeño cuerpo se retorcía de placer. Era un cosquilleo inmenso en la zona de mi pubis, que pedía a gritos ser tocado, que sus manos o su lengua rozara mi clítoris para sentir esa oleada eléctrica recorriéndome entera.
Sin embargo él sabía cómo hacerme sufrir.
Siguió bajando, besando mi culo, bajando por las piernas, pero sin llegar al punto exacto. Cuando llegó abajo besó mis pies. Y poco a poco comenzó a subir de nuevo. Yo me daba cuenta de que el momento estaba llegando. De repente sentí su dedo entrar completamente en mi. No le costo ningún esfuerzo, tan mojada como estaba. Lo sacó, y lo paseó de adelante a atrás de mi sexo haciéndome sentir un placer inmenso.
De repente paró. No podía creer que me fuera a dejar así. Fue un segundo, lo que tardó en tumbarme en la cama y arrodillarse entre mis piernas abiertas. Con ambas manos abrió mi sexo y comenzó a lamerlo intensamente. Creía que no iba a aguantar de placer. No tardaría en llegar el orgasmo si seguía haciéndolo así, su lengua imprimía círculos en mi clítoris, entraba y salía dentro de mí. Comenzaba a sentir su aparición, el orgasmo se acercaba, pero justo antes de llegar redujo la intensidad, haciendo que la ola desapareciera, pero no con ella todo el placer anterior. Al cabo de dos segundo siguió. Esta vez sus dedos entraban y salían de mí mientras su lengua hacia el resto.
Estaba deseando que se quitara el también la ropa, y me penetrara para poder sentir todo su pene dentro de mi, esa presión en las paredes de mi vagina que me hacia sentir tan bien. Pero primero, parecía que estaba decidido a hacerme llegar a mi primer orgasmo. Y tras pocos minutos en los que su lengua hacia maravillas ahí abajo y las oleadas de placer iban y venían, llegó el orgasmo.
Estaba extenuada, mis gemidos se debían haber oído en toda la casa. Pero el no estaba dispuesto a dejarme en ese momento. Aun tenía ganas de mucha más fiesta.
Se levantó, dándome unos segundos para que me repusiera, mientras se quitaba la ropa lentamente. A pesar de que la homenajeada había sido yo su pene estaba totalmente erecto, mostrándose en todo su esplendor. Daban ganas de comérselo.
Esta vez iba a tomar yo las riendas de la situación. Le tumbe en la cama, mientras me acercaba al cajón de la mesilla de noche, de donde saque unas esposas negras. Le até. Ahora no se podía mover y yo podía hacer lo que quisiera con el.
Sin perder el tiempo me agache delante de el, agarre su pene con una mano y me lo metí entero en la boca. Era una piruleta, y me encantaba imaginar que sacaba todo su sabor, chupando y moviendo mi lengua a lo largo de él. Su cara me hacia ver todo el placer que estaba sintiendo. Seguí así durante un buen rato, masajeando sus testículos con una mano, mientras saboreaba el mejor de los bocados.
Cuando ya no podía mas, cogí un preservativo de la mesilla, se lo coloque y me senté encima de él, introduciéndolo dentro de mí, despacio, muy despacio, para sentir como las paredes de mi vagina iban cediendo a la presión que el hacía. Una vez dentro me quede totalmente quieta, y me acerque a su boca, dándole un beso largo y profundo, en el que nuestras lenguas se mezclaban haciendo el amor. No podía parar de besarle, de sentir esos labios que tan loca me volvían en contacto con los míos.
Y comencé a moverme, lentamente, mientras mi lengua jugueteaba con su oreja y bajaba hasta su cuello, dándole pequeños mordisquitos a los que el respondía con un leve gemido.
Decidí quitarle las esposas, para que sus manos pudieran acariciar mis pechos y mi espalda mientras le hacia el amor.
Tan pronto se vio libre de ataduras, me abrazó, girándome para conseguir colocarse encima de mi. Le gustaba mandar, se notaba. Abrí bien las piernas para dejar que entrara por entero en mí. Me encantaba sentirme completamente en sus manos, casi inmóvil debajo de su cuerpo mientras él golpeaba mi sexo primero lentamente y después aumentando el ritmo según el placer que fuera sintiendo. Y el placer fue aumentando, hasta que llegó el orgasmo. El segundo de la noche. Mi cuerpo se encorvaba dando rienda suelta a todo el placer acumulado. Seguidamente, y viéndome llegó él, quedando tendido por completo encima de mí, con la respiración entrecortada del esfuerzo y mientras de su frente caían gotitas de sudor.
Había sido una noche perfecta, ya eran las 10 de la noche, nos abrazamos durante un rato tumbados en la cama, sin decir nada, sintiendo simplemente la respiración del otro.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha gustado...Me ha gustado que fuera poco a poco dando detalles cada vez mas subidos de tono, aunque tambien he de decir que el final ha sido un poquito brusco, me ha dejado con ganas de saber mas ya que ha terminado casi al llegar él al orgasmo, pero lo demás me ha gustado jeje.

RoMpeculosS;)

Belén dijo...

...Mejor que el cine, no?

 
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