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INVITACIÓN AL PLACER por Kat Eyes (relato erótico Nº9)

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El trabajo había hecho mi vida monótona los últimos meses. Pasaba las horas frente al sempiterno ordenador, tecleando, tecleando… Por eso, me sorprendí tanto cuando llegó a la oficina un atildado mensajero que, con la vista fija en mí, avanzó elegantemente entre los escritorios hasta depositar, sin una palabra, un pesado sobre negro con adornos plateados.
Lo abrí. En la nota, se me invitaba formalmente a cenar, con exquisita educación plasmada en forma de fluida caligrafía, el papel olía a madera.
Yo era una mujer seria, e iba a apartar de mi vista la constatación de aquella broma absurda… era una niñería, una idiotez, pero sin embargo, una parte de mí, se derretía ante la idea de acudir. Esa parte curiosa (y algo retorcida) que yacía bajo el manto helado de mi personalidad. Iba a ir. Ni bien mi mente asimiló esa idea y estuve en casa, noté como si mi cuerpo empezara a transformarse.
Mi boca se curvó en una sonrisa lasciva, solté el moño de mi cabello… observé mis manos, mis uñas pedían a gritos ser pintadas de rojo, mientras mi cuerpo se revolvía entre una ropa austera, sosa y sin escote.
Acudí a la cita atrayendo todas las miradas en mi camino. En la ondulante cortina negra de cabello, la caída de las pestañas ocultando la mirada intensa de color gris, en el contoneo suave de mis caderas al deslizarme sobre los altísimos tacones, y la insinuación del encaje de un liguero, gracias a la abertura obscena, casi hasta la cadera, del vestido borgoña. El escote trasero descubría la espalda hasta la cintura, mientras los labios carmesíes estaban entreabiertos de anticipación.
Entré en la habitación del hotel elegido para la cita. La negra penumbra sólo era rota por la luminosidad sutil de unas cuantas velas. Sin embargo, el lujo, y la silueta poderosa de mi anfitrión, eran un recordatorio evidente de que la decisión había sido correcta. Se acercó a mi. Su torso desnudo de una perfección exquisita prometía horas de lujuria. Sus formas se dibujaban entre sombras recortadas a la luz de los candiles.
Sin una palabra, se ubicó a mi espalda mientras mi pulso se aceleraba al sentir la respiración en mi nuca. En un abrir y cerrar de ojos, una venda suave me impedía la visión. Pegaba impúdicamente su cuerpo al mío, evidenciando lo que me haría, el placer que prometía arrancarme sin piedad; notaba su erección.
Antes de poder reaccionar, estaba tumbada en un lecho mullido hasta lo imposible, mientras el desconocido forcejeaba con mi vestido, que voló lejos en un instante. El corsé negro con ligueros, junto a un diminuto tanga, le arrancó un sonido de satisfacción. Se deshizo de mis zapatos y empezó a acariciarme. Amasaba mis pechos a través de la tela provocándome con la lengua sobre cada centímetro de piel desnuda, desabrochando lentamente la prenda. Mi piel ardía, estaba húmeda y deseosa de su cuerpo. Pero se detuvo. Mientras pensaba en la mejor manera de quejarme, sentí su boca acariciando mi clítoris, mientras apartaba la ropa interior con una mano. Dios, mío, habían pasado segundos y ya estaba a punto de correrme. Gemí extasiada… pero se detuvo, negándome el placer. Ignorando mis protestas, siguió deshaciéndose de toda mi ropa… y la suya. Quise tocarlo, cuando noté que los pantalones habían desaparecido y su pene erecto acariciaba mi piel cuando se movía. Pero me detuvo, esposándome con unos amarres suaves, mientras reía en mi oído.
Se alejó un momento, y escuché un ruido extraño de cristal. Enseguida unas gotas de algo frío, cayeron sobre mi. El vaho me llegó. Era vino… Esperaba que lo lamiese enseguida, atormentada por su contacto sobre mi cuerpo candente, pero se limitó a disfrutar de la trayectoria de las gotas dibujando mis contornos, mientras me retorcía. Llevó su mano a mi entrepierna, y cuando estaba en las puertas del orgasmo, me penetró con fuerza, dejándome ciega de placer, entre contracciones de puro éxtasis, mientras lo sentía grande y duro en mi interior. No tardé en volver a encenderme, pero se detuvo nuevamente. Cuando su lengua tocó mi pezón, fue como una descarga eléctrica, la sensibilidad insoportable, las dolorosas ondas de deseo que me recorrían, parecían ser capaces de hacerme perder el sentido. Conseguí reunir fuerzas para articular:
-Quiero mirar…
Mi deseo fue concedido enseguida, asaltándome el morbo al ver el espejo en el techo de la suite y el rostro exquisito de mi amante. Con una ladina sonrisa, empezó a bajar… La visión de su cuerpo poderoso ondulando como el de una bestia de la sensualidad, la sensación de su lengua recorriendo mi vulva, me provocaron un segundo orgasmo que me arrancó un grito. Me cubrió la boca con una mano, mientras me embestía nuevamente poseyendo todo mi cuerpo, erizando el vello de mi piel, mientras mi mente antes cuadriculada, yacía incoherente a su merced. Me puso de espaldas a él, y me penetró con renovado vigor, lo que me permitió disfrutar del espejo en la cabecera. Verme así, esclava de mi deseo, con aquél hombre tan delicioso complaciéndome, me hizo desear todavía más.
-Más fuerte… si, si…-balbuceé atontada cuando obedeció- Así…
Arremetió brutalmente, mientras me derramaba nuevamente, y él estallaba en su propio clímax. Se tendió a mi lado, besándome por primera vez con infinita suavidad, mientras acariciaba mi cuerpo con la sutileza del ala de una mariposa.
La noche fue larga… deseo y plenitud.

14 comentarios:

Jaione dijo...

joder...kada vez son mejores...

Mariaxxx dijo...

Genial, muy sensual!

aguamarina dijo...

muy elegante y sensual

Anónimo dijo...

muy bueno se ve que te gusta suerte(Y)

Patricia dijo...

Exquisito, hasta el olor a vino senti desde aqui!!sutil y exitante.

Anónimo dijo...

me calentaste !!!

Anónimo dijo...

guauuu flaca que bien que escribis exelente relato ;)

Anónimo dijo...

sumamente genial bebe

Anónimo dijo...

desperto mi imaginacion me gustoo

Anónimo dijo...

la verdad excelente .....

Anónimo dijo...

Muy bueno.

Anónimo dijo...

Extasiante...

Anónimo dijo...

El relato no está mal... aunque es curiso que 6 de los comentarios se realizaran el mismo día y con una diferencia de menos de una hora entre ellos.

Anónimo dijo...

MUY BUENO!!

 
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