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NO TE FÍES DE LOS DESCONOCIDOS por Liberty (relato erótico Nº17)

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Estaba en la calle en Paris hablando con una amiga por teléfono, teníamos que encontrarnos, y para darle las indicaciones le explicaba como eran las tiendas y que había alrededor mío.
- estoy al lado de un monumento con unos ojazos azules en los que te pierdes, alto moreno, el niño esta tremendísimo!!!
- jajaj, que loca estas, tu necesitas que te den cariño, pero vente a la calle Saint Michel, que he visto un sitio precioso para entrar y tomar algo
-OK, ahora nos vemos
El bombón me estaba mirando y sonriendo, y le pregunte si sabia donde estaba la calle en ingles, y me contesta en español que esta a 5 minutos andando y que me puede acompañar si quiero. Que vergüenza!!! Me había entendido a la perfección!!!
En el camino entramos en un bar a tomar algo, nosotros dos solos, no podía dejar de mirarle, en sus ojos veía el mar, azul profundo.
Empezamos a hablar, tontear, y cada vez nos acercábamos mas y mas.
El primer beso fue dulce, corto, pero con ganas de mas. Los besos fueron aumentando y nos fuimos a su casa. No me lo podía creer, yo hacer algo así! Que atrevida! Llegamos a su casa, preciosa, desde la cama se veía la torre Eiffel, nos tomamos una copa, yo ya no podía mas, estaba excitadísima.
Se me acerco lentamente y me empezó a besar la orejita, mordisqueándome el lóbulo, bajo por mi cuello, mientras me quitaba la blusa. Me quede en sujetador y empezó a jugar con mis pechos……. me quito los vaqueros y los tacones , me tumbo en la enorme cama solo con las braguitas puestas. Le quite toda la ropa, y se sentó a mi lado, mientras me besaba, su mano descendió hasta mi entrepierna, y me toco como nunca lo habían hecho en mi vida. Le mordí los labios y empeze a bajar por el pecho, los abdominales, y cuanto mas me acercaba a su paquete mas lento iba, me lo metí en la boca despacio, estaba muy duro y erecto, lo lamí entero, le mordisqueaba la punta, hasta que me dijo que parase, no querría acabar aun.
Me puse en la postura del perrito y me la metió por detrás lento y cada vez mas rápido, me sujetaba con una mano un pecho y con la otra la cintura, y empezó a embestirme fuerte, los gemidos aumentaban, hasta que llegamos al clímax.
Nos quedamos en la cama un buen rato mirando la torre y bebiendo champán, hablando sobre nosotros, mientras nadaba en el mar de sus ojos.

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