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UNA COMPRA INMEJORABLE por Fernando (relato erótico Nº23)

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Traspasé las puertas del centro comercial y dejé atrás el helado ambiente de la calle, no me gustan las aglomeraciones, pero ese día, el frío calaba hasta los huesos como el agua en un filtro de café. Caminé hasta la escalera mecánica mientras me quitaba los guantes de piel y los guardaba en un bolsillo del abrigo, subí dos plantas hasta llegar a la zona de moda de caballero, para cuando llegué ya tenia el chaquetón en el brazo y lamenté no haberlo dejado en el coche, pero los cambios bruscos de temperatura es algo que uno debe tener asimilado cuando visita un centro de este tipo. En fin, ¿por donde empiezo?, tal cantidad de prendas y yo sin una idea concreta de lo que quiero, veamos... aquí dice nueva temporada, echaremos un vistazo a ver que encontramos. No había dado ni dos pasos cuando una voz interrumpió agradablemente mi conflicto visual - ¿puedo ayudarle? -.
Volví la cabeza y vi a una mujer uniformada como el resto de dependientas, la verdad es que a ella le sentaba realmente bien ese conjunto, debería tener unos cuarenta y pico, rostro amable y mirada profunda, cabello rizado, de tono castaño con matices dorados y un cuerpo digno de admirar, se notaba que era una mujer actual, una de esas con las que fácilmente podrías fantasear e imaginar situaciones que siempre has querido llevar a cabo. Dudé un instante antes de contestar, e intentando parecer interesante me forcé para sacar de mí el registro de voz que por lo menos me dejara a la altura, - si, bueno... no estaba buscando nada en concreto, pero me gustaría que me recomendase algo para este próximo fin de semana, salgo con los amigos y me gustaría estar... no se, -¿atractivo?-, finalizó ella con una pícara sonrisa, - no será tarea difícil conseguir ese efecto en usted -, tragué saliva y esta vez yo también sonreí, aunque más bien de un modo impresionado que otra cosa. Me había piropeado, ¿era un método de venta, o me estaba tirando los tejos?, que importa. - Pues vamos allá – le dije haciendo una mueca de conformidad. Pasamos casi una hora entre percheros, firmas y diferentes estilos de vestuario, hablar con ella era realmente fácil, entre camisa y camisa me contaba lo sola que se sentía con los continuos viajes que realizaba su marido, y que se cuidaba para gustarle pero que siempre se dormía esperándole. Sin darse cuenta, me estaba contando su vida como el que habla con su mejor amigo, tal vez por que me gusta escuchar o... igual le cuenta la misma historia a todo el mundo, que sé yo, la cuestión es que cada vez la notaba más próxima a mí y eso, me ponía realmente nervioso, no por miedo sino por la cantidad de cosas que se me pasaban por la imaginación, - ¿qué tal te parece esta? – me pregunto mientras se acercaba hacia mí con una camisa de tomy hilfliger, ¡me ha tuteado!, ¿donde ha ido a parar todo el royo ese del protocolo?, se supone que a los clientes se les trata de usted, viéndola venir con esa espléndida sonrisa, ese cuerpo y... esa necesidad de cariño, no sé que parte de mi cerebro cortocircuitó para hacer que me atreviera a decirle: - ¿porque no pasas conmigo y me la pruebas? -, se creó un incomodísimo silencio y de repente deseé no estar allí, quise coger esas palabras que había soltado y volver a introducirlas en mi boca, pero ya era tarde, el tono de su cara se enrojeció y sus ojos se clavaron de tal modo que pensaba que me iba a dar una cachetada... pero contra todo pronostico reaccionó de un modo totalmente diferente. Como si un “ahora o nunca” le hubiese pasado por la cabeza, giró el cuello a ambos lados buscando alguna posible mirada curiosa, y al no ver nada sospechoso, se introdujo en el probador ¡¡conmigo!!, me miró un instante y rápidamente se dio la vuelta para pasar el cerrojo, yo no sabía lo que hacer, estaba allí, tembloroso por dentro, a punto de vivir una situación que en la vida me imaginé realizar, con una mujer, toda una mujer si señor. Esta vez tardó un poco más en volver a estar frente a mí, me imagino la cantidad de cosas que se le estarían pasando por la cabeza mientras pasaba el cierre de la puerta, y muy despacio se fue acercando, poco a poco, sin apartar sus ojos de mí, estaba totalmente decidida, - ¿te gusto? -, me preguntó, - ¡ya lo creo! - , respondí con la peor de mis voces, que torpe respuesta, pensé. Me tenía tomado por completo y ella sabía quien llevaba las riendas. Sus manos acariciaban mi cara y mi pelo sin dejar de mirarme, como cerciorándose de que todo era real, después, cuando ya no pudo más sujetó mi cabeza y aproximó su cara a la mía, sus labios a los míos, casi tocándolos, notaba su aliento a menta y su inestable respiración, su aroma que ahora notaba mas intensamente hacía que mi corazón palpitase descontroladamente, su lengua me rozó y quise morir por morderle, pero lo hizo ella primero, chupando y mordisqueando mi labio inferior, saboreándolo, después metió la lengua en mi boca para encontrarse con la mía, jugosa y esperada correspondió a su llamada, envueltas como una sola. Ahora fui yo quien tomé la iniciativa y escapé de su boca para buscar su cuello impregnado de perfume, lo saboreé y lo lamí como un manjar, - ¡¡espera!! – me interrumpió, aparté mi cara y por un momento pensé que se estaba arrepintiendo de aquello, me miró de un modo picaresco, entre el éxtasis y la inconsciencia, y me dijo – déjate llevar, te haré disfrutar y yo disfrutaré con ello-. Con esas palabras me había desarmado por completo, sus manos bajaron por mi cuello hasta mi garganta, comenzó entonces a quitarme uno a uno los botones de la camisa. A medida que bajaba descubría poco a poco cada parte de mi torso, lamió entonces mis pezones duros y puntiagudos con una dulzura incomparable para después alejarse de ellos no sin antes lanzarle una mirada como diciendo “aún no he terminado con vosotros, después volveré” y así bajó hasta la altura de mi cintura, pasó de largo y siguió bajando hasta mi entrepierna, donde se podía apreciar el relieve producido por mi incontrolable deseo, lo mordió con mucho tacto y hundió su rostro para respirar mi sexo y notar el calor que desprendía. Yo no resistía más aquella situación y con mis propias manos solté el pasador de mi cinturón, aparté su cabeza hacia atrás y desabrochando bruscamente los botones bajé mi pantalón para dejar al descubierto aquello que ardía por dentro, la prolongación de mi lujuria, dura como nunca porque jamás había experimentado una situación igual, porque deseaba entrar en su boca hasta notar su mas profundo secreto. Desespero y enloquezco, me transformo en una fiera incontrolada y le cojo con ambas manos la cabeza y la aproximo hasta meterle entero mi miembro, entraba y salía con mucha intensidad, casi no le dejaba ni respirar, sentía el calor y su lengua chocando torpemente en cada penetración, la saliva crecía y caía por las comisuras de sus labios y el sonido que emitía mientras chupaba y trataba de controlar la situación, una situación que incluso a mí mismo se me había escapado de las manos, -no creo poder aguantar más- exclamé, -hazlo- dijo ella, -termina en mi boca, la quiero toda-, no recuerdo un éxtasis tan apoteósico en mi vida como aquel orgasmo alcanzado, en cada eyaculación sentía que salía una parte de mi, que escapaba toda mi energía, que estaba dando mi vida. Miré su rostro impregnado por mi jugo, mirándome con un gesto de satisfacción y sumisión a la vez, yo aún tenia pequeñas convulsiones restantes de una increíble corrida y de un momento que jamás olvidaría. Nos limpiamos y terminé de vestirme, después como si nada hubiese pasado, salimos del probador y concluí así la mejor compra de mi vida, me dejó una dirección y un número, tenia que terminar lo que había empezado aunque, esa será otra historia.
2

AGONÍA por DesAmore (relato erótico Nº22)

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No quiero verle, quiero dejar de pensar en él. Cuanto más me quiero convencer de que es dañino para mí... más viene a mi mente. Me mentalizo de que él es pasado en mi vida. Ya no existe, ya no está, ya no duele...pero...

...suena el teléfono y toda la determinación que tenía hace un momento cae cual castillo de naipes en una tarde de viento.

Es él, él, él...

...siento que me tiemblan las piernas.

Quiere verme, olerme, tenerme, sentirme...amarme.

Dentro de una hora en nuestra cafetería favorita?.. no puedo negarme, es superior a mí.

Llego con retraso, observo a través de los cristales de la cafetería, está ahí de pie en la barra....mi corazón dá un vuelco. ¿Cómo puedo quererle y odiarle a la vez?

Entro y me acerco a él, me coge por un codo mientras me mira largamente y dice:

-Estás preciosa.

Siento que me ahogo en el mar azul de su mirada, un mar que se va volviendo negro al dilatarse sus pupilas y que me envuelve, que me hace sentir como una marioneta en sus manos. Se levanta de la silla alta de la barra y me oprime contra él, suspira largamente y aspira el aroma a rosas de mi cuello. Nuestras miradas se encuentran y es delicioso sentir cómo miles de mariposas recorren mi estómago. Me oprime con fuerza en un abrazo delicioso en el que me percato de que algo duro pugna por hacerse notar punzando mi vientre. Giro la cabeza y ahí están sus labios, ummm..maravillosa sensación recorre todo mi ser. Miro por encima de su hombro y veo que la gente que está a nuestro alrededor no pierde detalle de nuestra escena y me entra una repentina timidez. Pero él, ajeno a las miradas, sigue besándome, roza con su lengua mis labios y siento que mi cuerpo ansía fundirse con el suyo, me dejo hacer a la vez que le acaricio la espalda por dentro de su chaqueta. De repente se me ha quitado la vergüenza y me ha entrado un hambre feroz de sus caricias y acuden a mi mente las escenas de hace apenas doce horas, él y yo entre las sábanas de mi cama. Después de lo que me parece un suspiro en el tiempo, volvemos a la realidad y me susurra....

-Se me ha hecho eterno desde ayer....estoy loco por tenerte...nos vamos?

Paga su consumición y me agarra de la mano hasta su coche, me abre la puerta, ocupa su sitio, arranca y me lleva veloz por las calles de Madrid, pero hay un instante que me devuelve a la cruda realidad....la sillita de niño que se encuentra en uno de los asientos traseros y sólo el hecho de verla me golpea con fuerza en la boca del estomago ya que me recuerda que es casado.

Para en un semáforo, mi mira con deseo e impaciencia a la vez y justo cuando va a arrancar de nuevo....abro la puerta, me bajo y me alejo corriendo de su coche, de él, de su vida...de esa agonía.
3

QUID PRO QUO por Dida (relato erótico Nº21)

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Me acabo de acariciar pensando en ti.
En mi cama, justo en el momento de duermevela, en ese instante en que comienzas a perder la consciencia de las cosas. Me acordaba de la conversación que acababamos de tener y viniste a mi memoria, tierno y dulce. Siempre te he dicho que un hombre tierno es lo más "hot" que puedas llegar a imaginar. Tú sólo sonríes cuando lo digo, un poco avergonzado. Pero tengo razón.
Lo he hecho sin prisas. Deteniendome en las sensaciones que producían mis dedos al recorrer mi piel, erizada por este nuevo frío. Mis dedos se han colado por debajo de mi pijama, han recorrido el filo de mis braguitas, rozándome apenas, haciendo durar la sensación y haciendo que lo deseara....que te deseara.
¿Recuerdas la primera vez que te dije que me había acariciado pensando en ti? Podía intuir tu cara de sorpresa a través de la línea telefónica. Me pediste que me explicara mejor. No estabas seguro que mi definición de "acariciar" fuera la misma que la tuya. Pero lo era. Me había masturbado hasta correrme pensando en ti. Casi no articulaste palabra cuando fui más explicita.

-Uffffff.- Esa fue tu única respuesta.

Me pediste detalles. Detalles que no te di. Todavía no. Las cosas no iban a ser tan sencillas.

-¿Quieres jugar?- Pregunté. De acuerdo, jugaremos.

Debiste pensar que estaba loca ¿no?. Pero me seguiste el juego. Siempre nos ha gustado jugar. Al día siguiente me preguntaste si te había vuelto a llevar a mi cama al irme a dormir. Te contesté que sí y comencé a explicarte todo lo que habíamos hecho en mi imaginación. Estaba acostada en mi cama, sólo con las braguitas puestas. Tú estabas tumbado a mi lado. A oscuras. Intuyéndonos solamente. Te acercabas a mí y me susurrabas al oído. Me pedías que me acariciara para ti. Querías oír como comenzaba a gemir por el placer que me provocaban mis dedos. Querías escuchar mis jadeos y cómo aumentaba el ritmo de mi respiración al llegar al orgasmo. Querías escuchar cómo pronunciaba tu nombre...deseándote. Lo querías todo pero sin tocarme. Sólo como espectador y ni siquiera eso porque a oscuras como estábamos sólo podrías notar mis movimientos en la cama, mis suspiros y quizá el roce de mis piernas contra las tuyas. Esa era mi fantasía.

-Dame detalles. ¿Cómo te acariciabas? Cuéntamelo todo.
-Quid pro quo- dije. Si quieres saber más tendrás que explicarme una historia a cambio de la mía. Esa es la regla del juego.

Te quedaste callado un segundo. pensando en qué debías hacer. Y me regalaste una fantasía que me excitó mucho más de lo que puedes llegar a imaginar.
Me describiste tumbada en mi cama, en braguitas, igual que en mi fantasía. Pero tú no estabas tumbado a mi lado. Estaba sola. Y comenzaba a recorrer mi cuerpo con mis manos. Rozándome mis pechos, deteniéndome en mis pezones, bajaba suavemente por mi vientre y volvía a subir. La punta de mis dedos apenas tocándome. Mis piernas se separaban inconscientemente. Mi espalda se arqueaba y mis caderas comenzaban a moverse en círculos anticipándose a lo que vendría. Humedecía mis labios con mi lengua, deseando que fuera tu boca la que lo hiciera. Pero estaba sola. Mis manos se detuvieron a la altura de mis caderas y cogí la tela de mis braguitas con mis pulgares. Empecé a deslizarlas muy lentamente, bajándolas por mis muslos. Notando cómo la temperatura refrescaba las zonas de piel recién descubiertas. Mi sexo húmedo sintió un escalofrío cuando las braguitas lo descubrieron completamente. Desnuda sobre las sábanas, con los ojos cerrados me concentraba en sentir, en sentirme. Mis dedos recorrían mis muslos haciendo círculos, cada vez más pequeños, acercándose a mi sexo, pero sin rozarlo. Subía por mis ingles y me detenía en mi pubis, volvía a continuar el recorrido bajando hacia el pliegue de mis labios....y paraba. Un dulce tormento. De repente abría mis piernas completamente exhibiendo mi sexo aunque nadie pudiera verlo. Me sentía mojada, excitada, deseando ser follada. Uno de mis dedos recorrió los labios de mi coño con brusquedad, tan solo para comprobar lo húmeda que estaba. Y lo estaba....y mucho. Pero lo haría lentamente, sin prisas. Comencé a suspirar. Mi respiración se iba haciendo más profunda y más continua. Mis caderas buscando mis dedos. Mi espalda arqueándose para facilitarme las caricias.
Pero ahí cambiaba tu historia. De repente me confesabas que no estaba sola. Que tú estabas en la puerta de mi habitación. Con la mano en el pomo sin atreverte a abrir. Pero lo hacías. Suave y silenciosamente para que no me percatara de nada. No querías que me detuviera porque sabías lo que estaba ocurriendo al otro lado de la puerta. Intuías el sexo, como un animal en celo. Te desnudaste en el pasillo, tirando la ropa por el suelo. Entreabrías la puerta y me mirabas. Desnuda sobre la cama, con los ojos cerrados y concentrada en mí, moviéndome dulcemente buscando el placer te excitó. Bueno, te excitó más de lo que ya estabas. En ese momento me dijiste que habrías saltado sobre mí para poseerme. Pero respiraste hondo e intentaste relajarte. No querías romper la magia. Te acercaste lentamente a la cama. En ese momento percibí tu presencia. Desnudo. Erecto. Deseándome. Mis ojos te miraban con sorpresa. Una mezcla de extrañeza y deseo. No dijiste ni una palabra. Sólo hiciste un gesto, llevándote el dedo índice a los labios, pidiéndome silencio, pidiendo que te guardara el secreto. Un secreto entre los dos.
Te tumbabas en la cama deslizándote a mi lado y dulcemente apartabas mi mano de mi sexo, que se había quedado allí detenida al ver cómo se abría la puerta. Como si me hubieran pillado haciendo una travesura y no hubiera sabido cómo excusarme. Sustituiste mis dedos por los tuyos. Los humedeciste con mi néctar y empezaste a acariciarme. Te inclinaste sobre mí para besarme. Un beso inocente... hasta que dejó de serlo. Tu lengua recorrió mi boca despacio, introduciéndose y jugando con mi lengua, mordisqueabas mi labio inferior. Me chupabas, me mordías, me lamías mientras con tus dedos recorrías mi coño, mojándome por completo. Buscaste la entrada de mi sexo y me penetraste con dos de tus dedos. No pude evitar dejar escapar un gemido. Tu pulgar jugaba con mi clítoris, rodeándolo, apretándolo. Dejabas de penetrarme para poder pellizcarme suavemente los labios de mi vagina, estirando de ellos, jugando con ellos. Volvías a penetrarme con ansia. Jadeando pronunciaba tu nombre. Te pedía que no pararas. Que nunca pararas. Mis caderas se movían al ritmo que tú marcabas. Si te detenías te buscaba. Gimiendo de placer. Mis manos aferrando la tuya pero sin guiarla. No te hacía falta maestro. Sentía como estaba a punto de llegar. Me abandonaba a ti. Mis caderas se movían con pequeñas convulsiones. Mi espalda arqueada para sentirte aún más adentro. El sonido de mi orgasmo llenó la habitación flotando en el aire. Exhausta. Agotada. Jadeante. Besaste mis labios justo después de que me corriera. Tus dedos aún jugueteando con mi sexo pero dulcemente porque sabías que en ese momento el límite entre el placer y el dolor es muy frágil. Retiraste tus dedos de mi y los acercaste a tus labios. Los lamiste mientras me mirabas fijamente.

-Me encanta tu sabor. Me encantas.

Me abrazaste dejando que me abandonara al sueño. Notándome protegida por tu calor.
Ahí acababa tu relato. Me dejaste sin palabras. Habías hecho que te deseara. Que imaginara esa escena y que quisiera que fuera real. Aún sigo recordándola a veces....sobre todo cuando me voy a dormir.

-¿Quieres que te explique otra fantasía?- dijiste.
-Claro cariño.
-Quid pro quo nena, quid pro quo.

Para Eroes
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LA NIÑA BUENA por Platanox (relato erótico Nº20)

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Llego como tantas otras lo habían hecho, sin hacer ruido y sin apenas hablar, en el trabajo que teníamos era normal entrar y salir rápidamente. Al principio, solo eran miradas, ya sabéis esa mirada que se cruza con una sonrisa, esa sonrisa al decir cualquier tontería. Las tonterías que decimos los que no tenemos ni idea de decirle algo a una chica. Hasta un día, ella dio el paso, pase a su lado, estábamos solos, que rico huele el aire, dijo. Tú sí que hueles bien, y no solo hoy. Se rio muchísimo. -¿Tomamos algo? Claro bobo, tengo muchas ganas. Hablamos durante horas, como si nos conociéramos de toda la vida. Solo habían pasado un par de meses, y nunca habíamos hablado en profundidad de nada, solo lo que ese trabajo de mierda nos permitía, un oasis en ese estrés. -Cenamos mañana? Preparare algo para los dos. Ella tenía un sitio donde quedarnos, una de las zonas más turísticas de este país, vistas al mar, un piso amplio, perfecto para un fin de semana. Cenamos, muy bien, me gusta fijarme en como comen las mujeres, dicen que por como comen, sabes cómo follan. En este caso, comía y bebía y no dejaba de mirarme. Terminamos de cenar, nos sentamos a hablar durante horas, música, cine, la vida en general… Sentados en el mismo sillón, pero lejos, demasiado lejos, pero a partir de aquí, a cada frase, nos acercábamos, sin darnos cuenta, centímetro a centímetro.- Me gustan tus labios, tienes unos labios impresionantes. Esos eran los míos, son grandes, carnosos, mis rasgos delatan mi sangre, alto, moreno, ojos verdes, corpulento. -Mis labios? me pase los dedos por ellos, suelen gustar bastante, tengo un problema con ellos, son muy sensibles, a veces me dan escalofríos según como los traten. Su sonrisa fue enorme. -También tendrá que ver lo que tu pongas de tu parte, no? Claro, yo también pongo de mi parte, solo hay que saber cómo hacerlo, besar es todo un arte. Ah si? Y eso cómo es? Sencillo, con los besos puedes dejar claro como te comportas con otras partes del cuerpo. Sus ojos se abrieron de par en par. Eso suena muy interesante, y cuantas afortunadas han probado eso? Jajjaja, nos reímos mucho. En ese momento ya estábamos pegados, ella no se había movido de su lado, era yo el que había ido hacia ella, mis manos estaban sobre sus piernas. -No demasiadas… pero eso tampoco es importante. Y tú? Has estado con muchos hombres? No, solo he tenido un novio, y ya no lo tengo. Además hace mucho tiempo ya. Tenía sus manos entre las mías. Mis manos son grandes, las suyas jugueteaban con mis dedos. Sabía que le gustaba, pero no que me deseaba. Eso tendremos que arreglarlo, mi boca se acerco a la suya, suavemente, mis labios chuparon los suyos, sin dejar que ella hiciera nada más, su olor, su sabor, pura ambrosía. -Que malo eres, yo soy una niña buena. Yo también soy un niño bueno, sólo que escondo un demonio en mi interior. Su cuello, delgado, sugerente, como todo en ella. Tenía el pelo alborotado, ondulado, el cual yo apartaba de su cara y de su cuello. -Que rico… Lo reconozco soy un guarro, me gusta lamer, me gusta chupar… y ella era como un helado, deliciosa, una piel perfecta, suave. Mi lengua se deslizaba por sus hombros, por su cuello, ya le había quitado la blusa. Sus pechos eran increíbles, no muy grandes, pero con unos pezones hermosos, grandes, perfectos para mi. No se movía demasiado, como alguien que no sabe bien que tiene que hacer y te muestras expectante, conocéis esa sensación? Yo por mi parte, estaba ensimismado en con su barriga, con su ombligo, el cual merecía todos mis cuidados. Mis manos acariciaban sus pechos, pasaba mis dedos por sus labios, sin que ella hiciera otra cosa que disfrutar del momento. Voy a hacer algo que me gusta mucho… Le desabroche el pantalón, lo baje suavemente, mientras contemplaba sus braguitas, y ese olor, ese dulce y maravilloso olor. Fuera el pantalón, -En esto también soy muy bueno… No lo dudo. Bese sus muslos, los recorrí con mi lengua como un poseso. Sin quitarle la ropa interior, acerque mi cabeza a su sexo, yo ya estaba en el suelo de rodillas, ella sentada en el sillón. Se las baje levemente, y vi una pelvis magnifica, con unos mínimos pelos, los cuales bese y mordisqueé. Ya no podía aguantar más, mi demonio empezaba a dominarme, y mi corazón estaba acelerado y tenía claro lo que quería. Se las quité del todo, la eche hacia un lado, y me pare a contemplar su sexo, unos labios hermosos, lo sabía. Su clítoris, perfecto, culminando esa hermosura. Empecé a lamer su pelvis, sus muslos, sin llegar ni siquiera rozar su sexo, mi saliva ya deslizaba por todos lados. Metí sus dedos en mi boca, se los chupe, luego se los lleve a la suya, y los chupo, se los metió tan adentro… Mi lengua empezó a jugar con su clítoris, muy suave, casi sin presión. Gemía. Bajaba por sus labios, y subía rodeándolos. Luego al revés.- Bufff… Se lo comí, de mil maneras diferentes, con la punta de la lengua rápidamente, con lametazos grandes y lentos, saboreando ese manjar. Ya era mía… baje mi lengua por debajo de su sexo, sin bajar más, sin tomar ningún descenso. Esa zona es tan sugerente, con las piernas abiertas, la saque un poco del sillón, le levante las piernas, y me maraville de esa hermosura, sus nalgas, duras, redondas, con una hermosa marca, de bikini, pero de niña buena, las lami, acercándome cada vez más a su culo, acercándome poco a poco. Mis dedos jugaban con su clítoris, ya había subido la intensidad, y por supuesto ya tenía mi lengua en su culo, lamiéndolo salvajemente, chupándolo, era maravilloso. Sus gemidos, como gritaba, era increíble. Con la boca como la tenía la acerque a su cara, y ella me lamio, como no lo ha hecho nadie. Su saliva, mi saliva, sus jugos, todo mezclado. Ese olor se metía por mi nariz y lo inundaba todo. Volví a bajar, metí su clítoris entre mis labios, chupándolo, lamiéndolo fuerte, como si lo quisiera arrancar con la lengua. Se lo chupaba todo, cuánto podré abrir la boca para meterme esa hermosura en mi boca. Lo mordía suavemente, lo lamía, pasaba mis dedos, mi nariz. Metí dos dedos en su coño, mientras seguía con su sexo por mi boca, sus chillidos ya eran considerables. Sabía lo que tenía que hacer, ya no sabía como ponerme, solo quería darle mas y mas placer. Mi boca en su culo, dos dedos en su coño, y con la otra con su clítoris. Tenedlo claro ese es el secreto. La apretaba, por todos lados, le mordí sus muslos, sus nalgas, sus pelvis, su barriga. Los dedos que tenía en su coño, los sacaba y los metía cada vez más fuerte, los llevaba a su boca, los cuales ella chupaba viciosamente. –Cabrón, ¡me vas a matar! la niña buena también había despertado algo en su interior. No paraba de chillar, estaba a mi merced, pero yo solo quería que disfrutara, que supiera lo que me provocaba. Se corrió, salvajemente, se retorció, quería que parara, yo saque mis dedos, pero no deje de lamerlo. Cuando paro de moverse, le dedique unos lametazos marca de la casa, desde el culo hasta la pelvis, seguía retorciéndose, gimiendo, pero yo la tenía agarrada por la cintura, peleaba por soltarse, ni siquiera tenía que mover la cabeza, la movía a ella.- Hijo de p… Volví a besarla, su boca con el sabor de su sexo, no podía para de besarla, de lamer sus labios, de meter mi lengua en su boca. Me levante, ella tirada en el sofá, todavía gimiendo, esto es solo el principio, solo estaba calentando, ahora toca enseñarte otra lección, pero con esa boca que tienes va a ser todo más sencillo. Me quite el pantalón, pero lo siguiente que sucedió se merece un capítulo aparte.
1

LA JARDINERA por Dai (relato erótico Nº19)

Cuando te vi por primera vez estabas sentada en una cafetería del Paseo Marítimo y lo primero que me llamó la atención fueron tus braguitas amarillas y pequeñas saliendo por encima de tu falda roja larga.

Alguien nos presentó y noté tu mirada examinándome detenida y disimuladamente, de arriba a abajo.

Mas tarde caminamos juntos un trecho, en dirección a casa. Al despedirnos me sorprendiste con tu pregunta disparada a bocajarro y sin aviso: -"te gusto, ¿verdad?"-. Me puse colorado y, a pesar de la penumbra de la calle, me pareció que te dabas cuenta cuando sonreíste al ver mi gesto de desconcierto.

Después todo ocurrió muy rápido, visto y no visto. Sin dejar de mirarme a los ojos pusiste la mano encima de mi pantalón, en el lugar que me define como macho, y frotaste mientras notabas cómo lo que había debajo se iba endureciendo.

Tardé un poco en reaccionar y eso te dio tiempo para bajarme la cremallera y meter la mano dentro. Entonces me disparé yo, mi mano directa a tu retaguardia y la lengua buscando la tuya. Te sentaste en una jardinera, te levantaste la falda dejando al descubierto las bragas que sirvieron para que me fijara en ti y tardaste menos de una fracción de segundo en quitártelas, coger mi cabeza y llevar mi boca ahí donde querías sentirla, el lugar que hasta hacía un momento había estado cubierto por la pieza que acababas de sacarte... Quedaba claro lo que deseabas exactamente.

Me esmeré tanto como pude, descubriendo tus secretos con la lengua y gustando de tus sabores mas íntimos mientras sentía tus jugos corriendo por mi barbilla, y sin tener tiempo de pensar en que tus gemidos, gritos casi, podrían atraer la atención de algún viandante.

Gozaste muy rápido, en una explosión que arrancó aún mas gemidos y mas líquidos y entonces, más inesperadamente que al principio aún, saliste corriendo y me dejaste solo, mojado, excitadísimo y sin mas compañía que las bragas colgando de un arbusto en la jardinera donde habías estado sentada.

Esa noche gocé yo también en un acto solitario en el mismo lugar donde habías estado tu, oliendo la pieza que me recordaba aquellos misterios que casi no pude disfrutar y que me dejaron un recuerdo agridulce que habría de durar el resto de mi vida.
2

SÁBADO por Azaleamar (relato erótico Nº18)

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Sábado. Eran las siete de la tarde cuando el timbre sonó. Un sonido alargado y estridente, que avisaba de que una persona esperaba al otro lado de la puerta. Salí a abrir. Había quedado con el para ir al cine.
Le mande esperar en mi habitación mientras daba Los retoques finales a un cuidado maquillaje. Terminado, volví a la habitación y ni siquiera se había sentado. Se acerco a mí lentamente, mirándome con esa cara malo que me pone enferma, a la vez que me daba una orden. No te muevas.
Le obedecí, aunque no me gusta recibir ordenes. Pensé que quizás, el pelo de una pestaña se había quedado en mi cara, y me lo iba a quitar. Sin embargo no era así. Poco a poco, sin dejar de mirarme a la cara empezó desabrochando uno a uno los botones de mi blusa, hasta despojarme de ella. Así, siguió quitándome la ropa que tan cuidadosamente había elegido para la cita. Hasta dejarme completamente desnuda.
Me sentía indefensa, totalmente a su merced y a lo que el quisiera hacer de mi. Y eso me gustaba. Tenia la sensación de que la noche acababa de empezar y el cine esperaría para otro día.
De repente me giró, cara a la pared, apoye mis manos en la superficie, blanca y fría. Él comenzó a besarme por el cuello, mientras sus manos acariciaban mis pechos y bajaban por mi vientre dibujando líneas imaginarias. Sus labios gruesos bajaban poco a poco por mi espalda, dando pequeños lengüetazos que me mojaban toda la espalda.
A estas alturas mi pequeño cuerpo se retorcía de placer. Era un cosquilleo inmenso en la zona de mi pubis, que pedía a gritos ser tocado, que sus manos o su lengua rozara mi clítoris para sentir esa oleada eléctrica recorriéndome entera.
Sin embargo él sabía cómo hacerme sufrir.
Siguió bajando, besando mi culo, bajando por las piernas, pero sin llegar al punto exacto. Cuando llegó abajo besó mis pies. Y poco a poco comenzó a subir de nuevo. Yo me daba cuenta de que el momento estaba llegando. De repente sentí su dedo entrar completamente en mi. No le costo ningún esfuerzo, tan mojada como estaba. Lo sacó, y lo paseó de adelante a atrás de mi sexo haciéndome sentir un placer inmenso.
De repente paró. No podía creer que me fuera a dejar así. Fue un segundo, lo que tardó en tumbarme en la cama y arrodillarse entre mis piernas abiertas. Con ambas manos abrió mi sexo y comenzó a lamerlo intensamente. Creía que no iba a aguantar de placer. No tardaría en llegar el orgasmo si seguía haciéndolo así, su lengua imprimía círculos en mi clítoris, entraba y salía dentro de mí. Comenzaba a sentir su aparición, el orgasmo se acercaba, pero justo antes de llegar redujo la intensidad, haciendo que la ola desapareciera, pero no con ella todo el placer anterior. Al cabo de dos segundo siguió. Esta vez sus dedos entraban y salían de mí mientras su lengua hacia el resto.
Estaba deseando que se quitara el también la ropa, y me penetrara para poder sentir todo su pene dentro de mi, esa presión en las paredes de mi vagina que me hacia sentir tan bien. Pero primero, parecía que estaba decidido a hacerme llegar a mi primer orgasmo. Y tras pocos minutos en los que su lengua hacia maravillas ahí abajo y las oleadas de placer iban y venían, llegó el orgasmo.
Estaba extenuada, mis gemidos se debían haber oído en toda la casa. Pero el no estaba dispuesto a dejarme en ese momento. Aun tenía ganas de mucha más fiesta.
Se levantó, dándome unos segundos para que me repusiera, mientras se quitaba la ropa lentamente. A pesar de que la homenajeada había sido yo su pene estaba totalmente erecto, mostrándose en todo su esplendor. Daban ganas de comérselo.
Esta vez iba a tomar yo las riendas de la situación. Le tumbe en la cama, mientras me acercaba al cajón de la mesilla de noche, de donde saque unas esposas negras. Le até. Ahora no se podía mover y yo podía hacer lo que quisiera con el.
Sin perder el tiempo me agache delante de el, agarre su pene con una mano y me lo metí entero en la boca. Era una piruleta, y me encantaba imaginar que sacaba todo su sabor, chupando y moviendo mi lengua a lo largo de él. Su cara me hacia ver todo el placer que estaba sintiendo. Seguí así durante un buen rato, masajeando sus testículos con una mano, mientras saboreaba el mejor de los bocados.
Cuando ya no podía mas, cogí un preservativo de la mesilla, se lo coloque y me senté encima de él, introduciéndolo dentro de mí, despacio, muy despacio, para sentir como las paredes de mi vagina iban cediendo a la presión que el hacía. Una vez dentro me quede totalmente quieta, y me acerque a su boca, dándole un beso largo y profundo, en el que nuestras lenguas se mezclaban haciendo el amor. No podía parar de besarle, de sentir esos labios que tan loca me volvían en contacto con los míos.
Y comencé a moverme, lentamente, mientras mi lengua jugueteaba con su oreja y bajaba hasta su cuello, dándole pequeños mordisquitos a los que el respondía con un leve gemido.
Decidí quitarle las esposas, para que sus manos pudieran acariciar mis pechos y mi espalda mientras le hacia el amor.
Tan pronto se vio libre de ataduras, me abrazó, girándome para conseguir colocarse encima de mi. Le gustaba mandar, se notaba. Abrí bien las piernas para dejar que entrara por entero en mí. Me encantaba sentirme completamente en sus manos, casi inmóvil debajo de su cuerpo mientras él golpeaba mi sexo primero lentamente y después aumentando el ritmo según el placer que fuera sintiendo. Y el placer fue aumentando, hasta que llegó el orgasmo. El segundo de la noche. Mi cuerpo se encorvaba dando rienda suelta a todo el placer acumulado. Seguidamente, y viéndome llegó él, quedando tendido por completo encima de mí, con la respiración entrecortada del esfuerzo y mientras de su frente caían gotitas de sudor.
Había sido una noche perfecta, ya eran las 10 de la noche, nos abrazamos durante un rato tumbados en la cama, sin decir nada, sintiendo simplemente la respiración del otro.
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NO TE FÍES DE LOS DESCONOCIDOS por Liberty (relato erótico Nº17)

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Estaba en la calle en Paris hablando con una amiga por teléfono, teníamos que encontrarnos, y para darle las indicaciones le explicaba como eran las tiendas y que había alrededor mío.
- estoy al lado de un monumento con unos ojazos azules en los que te pierdes, alto moreno, el niño esta tremendísimo!!!
- jajaj, que loca estas, tu necesitas que te den cariño, pero vente a la calle Saint Michel, que he visto un sitio precioso para entrar y tomar algo
-OK, ahora nos vemos
El bombón me estaba mirando y sonriendo, y le pregunte si sabia donde estaba la calle en ingles, y me contesta en español que esta a 5 minutos andando y que me puede acompañar si quiero. Que vergüenza!!! Me había entendido a la perfección!!!
En el camino entramos en un bar a tomar algo, nosotros dos solos, no podía dejar de mirarle, en sus ojos veía el mar, azul profundo.
Empezamos a hablar, tontear, y cada vez nos acercábamos mas y mas.
El primer beso fue dulce, corto, pero con ganas de mas. Los besos fueron aumentando y nos fuimos a su casa. No me lo podía creer, yo hacer algo así! Que atrevida! Llegamos a su casa, preciosa, desde la cama se veía la torre Eiffel, nos tomamos una copa, yo ya no podía mas, estaba excitadísima.
Se me acerco lentamente y me empezó a besar la orejita, mordisqueándome el lóbulo, bajo por mi cuello, mientras me quitaba la blusa. Me quede en sujetador y empezó a jugar con mis pechos……. me quito los vaqueros y los tacones , me tumbo en la enorme cama solo con las braguitas puestas. Le quite toda la ropa, y se sentó a mi lado, mientras me besaba, su mano descendió hasta mi entrepierna, y me toco como nunca lo habían hecho en mi vida. Le mordí los labios y empeze a bajar por el pecho, los abdominales, y cuanto mas me acercaba a su paquete mas lento iba, me lo metí en la boca despacio, estaba muy duro y erecto, lo lamí entero, le mordisqueaba la punta, hasta que me dijo que parase, no querría acabar aun.
Me puse en la postura del perrito y me la metió por detrás lento y cada vez mas rápido, me sujetaba con una mano un pecho y con la otra la cintura, y empezó a embestirme fuerte, los gemidos aumentaban, hasta que llegamos al clímax.
Nos quedamos en la cama un buen rato mirando la torre y bebiendo champán, hablando sobre nosotros, mientras nadaba en el mar de sus ojos.
 
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