Traspasé las puertas del centro comercial y dejé atrás el helado ambiente de la calle, no me gustan las aglomeraciones, pero ese día, el frío calaba hasta los huesos como el agua en un filtro de café. Caminé hasta la escalera mecánica mientras me quitaba los guantes de piel y los guardaba en un bolsillo del abrigo, subí dos plantas hasta llegar a la zona de moda de caballero, para cuando llegué ya tenia el chaquetón en el brazo y lamenté no haberlo dejado en el coche, pero los cambios bruscos de temperatura es algo que uno debe tener asimilado cuando visita un centro de este tipo. En fin, ¿por donde empiezo?, tal cantidad de prendas y yo sin una idea concreta de lo que quiero, veamos... aquí dice nueva temporada, echaremos un vistazo a ver que encontramos. No había dado ni dos pasos cuando una voz interrumpió agradablemente mi conflicto visual - ¿puedo ayudarle? -.
Volví la cabeza y vi a una mujer uniformada como el resto de dependientas, la verdad es que a ella le sentaba realmente bien ese conjunto, debería tener unos cuarenta y pico, rostro amable y mirada profunda, cabello rizado, de tono castaño con matices dorados y un cuerpo digno de admirar, se notaba que era una mujer actual, una de esas con las que fácilmente podrías fantasear e imaginar situaciones que siempre has querido llevar a cabo. Dudé un instante antes de contestar, e intentando parecer interesante me forcé para sacar de mí el registro de voz que por lo menos me dejara a la altura, - si, bueno... no estaba buscando nada en concreto, pero me gustaría que me recomendase algo para este próximo fin de semana, salgo con los amigos y me gustaría estar... no se, -¿atractivo?-, finalizó ella con una pícara sonrisa, - no será tarea difícil conseguir ese efecto en usted -, tragué saliva y esta vez yo también sonreí, aunque más bien de un modo impresionado que otra cosa. Me había piropeado, ¿era un método de venta, o me estaba tirando los tejos?, que importa. - Pues vamos allá – le dije haciendo una mueca de conformidad. Pasamos casi una hora entre percheros, firmas y diferentes estilos de vestuario, hablar con ella era realmente fácil, entre camisa y camisa me contaba lo sola que se sentía con los continuos viajes que realizaba su marido, y que se cuidaba para gustarle pero que siempre se dormía esperándole. Sin darse cuenta, me estaba contando su vida como el que habla con su mejor amigo, tal vez por que me gusta escuchar o... igual le cuenta la misma historia a todo el mundo, que sé yo, la cuestión es que cada vez la notaba más próxima a mí y eso, me ponía realmente nervioso, no por miedo sino por la cantidad de cosas que se me pasaban por la imaginación, - ¿qué tal te parece esta? – me pregunto mientras se acercaba hacia mí con una camisa de tomy hilfliger, ¡me ha tuteado!, ¿donde ha ido a parar todo el royo ese del protocolo?, se supone que a los clientes se les trata de usted, viéndola venir con esa espléndida sonrisa, ese cuerpo y... esa necesidad de cariño, no sé que parte de mi cerebro cortocircuitó para hacer que me atreviera a decirle: - ¿porque no pasas conmigo y me la pruebas? -, se creó un incomodísimo silencio y de repente deseé no estar allí, quise coger esas palabras que había soltado y volver a introducirlas en mi boca, pero ya era tarde, el tono de su cara se enrojeció y sus ojos se clavaron de tal modo que pensaba que me iba a dar una cachetada... pero contra todo pronostico reaccionó de un modo totalmente diferente. Como si un “ahora o nunca” le hubiese pasado por la cabeza, giró el cuello a ambos lados buscando alguna posible mirada curiosa, y al no ver nada sospechoso, se introdujo en el probador ¡¡conmigo!!, me miró un instante y rápidamente se dio la vuelta para pasar el cerrojo, yo no sabía lo que hacer, estaba allí, tembloroso por dentro, a punto de vivir una situación que en la vida me imaginé realizar, con una mujer, toda una mujer si señor. Esta vez tardó un poco más en volver a estar frente a mí, me imagino la cantidad de cosas que se le estarían pasando por la cabeza mientras pasaba el cierre de la puerta, y muy despacio se fue acercando, poco a poco, sin apartar sus ojos de mí, estaba totalmente decidida, - ¿te gusto? -, me preguntó, - ¡ya lo creo! - , respondí con la peor de mis voces, que torpe respuesta, pensé. Me tenía tomado por completo y ella sabía quien llevaba las riendas. Sus manos acariciaban mi cara y mi pelo sin dejar de mirarme, como cerciorándose de que todo era real, después, cuando ya no pudo más sujetó mi cabeza y aproximó su cara a la mía, sus labios a los míos, casi tocándolos, notaba su aliento a menta y su inestable respiración, su aroma que ahora notaba mas intensamente hacía que mi corazón palpitase descontroladamente, su lengua me rozó y quise morir por morderle, pero lo hizo ella primero, chupando y mordisqueando mi labio inferior, saboreándolo, después metió la lengua en mi boca para encontrarse con la mía, jugosa y esperada correspondió a su llamada, envueltas como una sola. Ahora fui yo quien tomé la iniciativa y escapé de su boca para buscar su cuello impregnado de perfume, lo saboreé y lo lamí como un manjar, - ¡¡espera!! – me interrumpió, aparté mi cara y por un momento pensé que se estaba arrepintiendo de aquello, me miró de un modo picaresco, entre el éxtasis y la inconsciencia, y me dijo – déjate llevar, te haré disfrutar y yo disfrutaré con ello-. Con esas palabras me había desarmado por completo, sus manos bajaron por mi cuello hasta mi garganta, comenzó entonces a quitarme uno a uno los botones de la camisa. A medida que bajaba descubría poco a poco cada parte de mi torso, lamió entonces mis pezones duros y puntiagudos con una dulzura incomparable para después alejarse de ellos no sin antes lanzarle una mirada como diciendo “aún no he terminado con vosotros, después volveré” y así bajó hasta la altura de mi cintura, pasó de largo y siguió bajando hasta mi entrepierna, donde se podía apreciar el relieve producido por mi incontrolable deseo, lo mordió con mucho tacto y hundió su rostro para respirar mi sexo y notar el calor que desprendía. Yo no resistía más aquella situación y con mis propias manos solté el pasador de mi cinturón, aparté su cabeza hacia atrás y desabrochando bruscamente los botones bajé mi pantalón para dejar al descubierto aquello que ardía por dentro, la prolongación de mi lujuria, dura como nunca porque jamás había experimentado una situación igual, porque deseaba entrar en su boca hasta notar su mas profundo secreto. Desespero y enloquezco, me transformo en una fiera incontrolada y le cojo con ambas manos la cabeza y la aproximo hasta meterle entero mi miembro, entraba y salía con mucha intensidad, casi no le dejaba ni respirar, sentía el calor y su lengua chocando torpemente en cada penetración, la saliva crecía y caía por las comisuras de sus labios y el sonido que emitía mientras chupaba y trataba de controlar la situación, una situación que incluso a mí mismo se me había escapado de las manos, -no creo poder aguantar más- exclamé, -hazlo- dijo ella, -termina en mi boca, la quiero toda-, no recuerdo un éxtasis tan apoteósico en mi vida como aquel orgasmo alcanzado, en cada eyaculación sentía que salía una parte de mi, que escapaba toda mi energía, que estaba dando mi vida. Miré su rostro impregnado por mi jugo, mirándome con un gesto de satisfacción y sumisión a la vez, yo aún tenia pequeñas convulsiones restantes de una increíble corrida y de un momento que jamás olvidaría. Nos limpiamos y terminé de vestirme, después como si nada hubiese pasado, salimos del probador y concluí así la mejor compra de mi vida, me dejó una dirección y un número, tenia que terminar lo que había empezado aunque, esa será otra historia.